Teoría e ideología en el pensamiento político de Norberto Bobbio


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ANDREA GREPPI

TEORÍA E IDEOLOGÍA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE NORBERTO BOBBIO Prólogo de Norberto Bobbio

INSTITUTO DE DERECHOS HUMANOS "BARTOLOMÉ DE LAS CASAS" UNNERSIDAD CARLOS lll DE MADRID MARCIAL PONS, EDICIONES JURÍDICAS Y SOCIALES, S. A. MADRID 1998 BARCELONA

Que dan rigu rosamente prohibidas, sin la a uto rización escrita de los titula res de l «Copyright>>, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducció n tota l o parcia l de esta obra po r cualquier medio o proced im iento, compre ndidos la reprogra fía y e l trata mie nto informático, y la distribución de eje mplares de ella mediante a lquile r o présta mo públicos.

© Andrea Greppi © MARC IAL PONS E DIC IONES J U RÍDICAS Y SOCIALES, S. A. Sa n Sote ro, 6- 28037 MADRID 1t 9 1 304 33 03 ISBN: 84-7248-579-X Depósito legal: M. 31.586- 1998 Fo tocomposición : INFORTEX, S. L. Impresió n: CLOSAS-0RCOYEN, S. L. Po lígono lgarsa. Pa racue llos de J arama (M adrid) MADRID, 1998

Nadie puede iniciarse en esta profesión sin la ayuda de personas comprometidas con la formación de sus alumnos. Agradezco por tanto al Prof Gregario Peces-Barba un apoyo sin el que seguram ente no habría tenido la oportunidad de proseguir mis estudios, y al Prof Eusebio Femández que accediera a dirigir la tesis doctoral que está en el origen de este trabajo. Los profesores Gregario Peces-Barba, Michelangelo Bovero, Antonio-Enrique Pérez Luño, Alfonso Ruiz Miguel y María José Fariñas tuvieron la amabilidad de formar parte del tribunal que juzgó aquella tesis. Considero además que el estudio nunca puede ser solitario, y por eso valoro extraordinariamente la compañía de quienes han estado cerca de mí durante la elaboración de este libro, en particular, la de mis compañeros del Á rea de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos Ill de Madrid. Finalmente, agradezco al Prof Norberto Bobbio la atención y la benevolencia con la que m e ha recibido en diversas ocasiones.

PRÓLOGO El primer debate sobre la noción de filosofía política tuvo lugar en Italia entre el final de los años sesenta y el comienzo de los setenta, con motivo de la reforma de la Facultad de Ciencias Políticas en la que se había introducido por vez primera en nuestro país La enseñanza de "Filosofía de la Política". Creada la nueva Facultad también en La Universidad de Turín, en la que desde hacía muchos años impartía Filosofía del Derecho en la Facultad de Jurisprudencia, me incorporé a ella en 1972, como sucesor de Alessandro Passerin d'Entreves que había estado entre sus fundadores. No había esperado el nacimiento de la nueva Facultad ni el paso de una disciplina a otra para comenzar a dedicarme al estudio de la política y de la historia del pensamiento político. En 1948 había preparado la edición de la primera traducción italiana del De cive de Thomas HOBBES, un autor que he retomado con frecuencia y que siempre he considerado como un punto de referencia obligado en la historia del pensamiento político y en la formación del Estado moderno. Desde los años setenta, sin embargo, mis escritos de teoría política se intensificaron en relación con los de teoría jurídica. En 1974 aparece el Dizionario di Política dirigido en colaboración con Nicola MAITEUCCI, en el que me encargo de ilustrar algunos conceptos fundamentales de teoría política, como "democracia ", "despotismo': "élites", "oligarquía ': "paz': "política ", "sociedad civil". En 1979 publico una recopilación de ensayos sobre el problema de la paz y de /.a guerra; en 1984 recojo en un volumen algunos escritos sobre la democracia, el primero de los cuales está tomado de una conferencia dictada en Madrid en 1978; en 1985 aparecen reunidos en un único volumen los artículos publicados en la Enciclopedia Einaudi, con el título Stato, governo, societa, y con el ambicioso subtítulo Pe r una teoría generale della política, una promesa no mantenida. Por último, en 1991 publico un volumen titulado L'Eta dei diritti, en el que

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ensayos de teoría jurídica, de historia del pensamiento político y de teoría política van alternándose. No es necesario reiterar en este lugar que, en mi opinión, teoría jurídica y teoría política se integran y se completan reciprocamente, centrándose una en el concepto de "norma " y la otra en el concepto de "poder". Quienes lean el amplio y documentadisimo estudio de Andrea GREPPI tendrán ocasión de encontrar varios lugares en los que se afronta el tema del nexo entre teoría jurídica y teoría política, empezando por el problema de la relación entre legitimidad y legalidad, una relación en la que el primer término se refiere a la titularidad y el segundo al ejercicio del poder. Me interesa poner de manifiesto, sobre todo, aquello que las dos teorías tienen en común en mis escritos. Justa y acertadamente G REPPt insiste en la prioridad que han tenido en mi trabajo las cuestiones de método. L o que teoría jurídica y teoría politica tienen en común no es sólo el fin exclusivamente cognoscitivo (no propositivo), sino también el procedimiento para alcanzarlo. Es el procedimiento bien definido y repetidas veces ilustrado por nuestro autor como "reconstrucción", a través de un análisis lingüístico nunca carente de ref erencias históricas a los autores clásicos, de las categorías fundamentales, que permiten delimitar desde el exterior y ordenar en el interior las dos áreas, la jurídica y la política, y las relaciones entre ambas. Una filosofía politica concebida principalmente como reconstrucción de "conceptos fundamenta les" (la referencia a la obra de Felix 0PPENHEtM es aquí obligada, a pesar de las oportunas salvedades) no tiene ninguna función directiva o normativa. Si, com o se ha dicho, el renacimiento de la filosofía política se debe a la obra de John RAwLs, una obra que pretende indicar la mejor solución posible para una sociedad justa, la teoría general, tal como yo la he concebido y la he com enzado a formular, pertenece a la fase anterior, por lo demás nunca superada en estos últimos años. Teoría general de la politica y teoría n01mativa de la justicia pueden tranquilamente avanzar la una junto a la otra sin chocar entre si. Sus objetivos son diferentes. Aunque la primera puede ayudar a la segunda a perseguir con claridad y precisión su objetivo, y la segunda puede ofrecer a la primera renovadas materias de estudio. El hecho de que la teoría general de la politica se proponga ser avalorativa no quiere decir que quede despojada de juicios de valor implícitos. Las palabras del lenguaje político no son axiológicamente asépticas. Tienen un significado descriptivo y un significado emotivo que difícilmente pueden ser diferenciados. Y el significado emotivo puede ser positivo o negativo, dependiendo de quien use la palabra y del contexto en que ésta sea empleada. Libertad puede sugerir emotivamente a un liberal la idea de un estado que debe ser deseado, promovido y defendido; a un reaccionario, amante del orden, un estado que debe ser rechazado. En la izquierda la igualdad, como crítica de las discriminaciones injustas,

PRÓLOGO

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es una meta que debe ser p erseguida; en la derecha, en cambio, entendida como indebida equiparación entre quien m erece estar más arriba y quien debe resignarse a estar m ás abajo, es percibida como un disvalor. En el m ismo instante en que, al definir la democracia, hago uso de palabras como "libertad, igualdad, no violencia ", y la comparo con una definición de autocracia en la que incluyo palabras como "no-libertad, desigualdad y violencia", mi pretensión de ser neutral queda desvirtuada a causa del significado f uertem ente emotivo que tienen las palabras que forman parte del lenguaje que m e resulta fa miliar y que es habitual en el círculo de m is probables lectores. No existe una teoría tan aséptica que no deje intuir elementos ideológicos que ninguna pureza m etodológica llega a eliminar por entero. Incluso la teoría pura del derecho de K ELSEN, en la que he encontrado mi principal fuente de inspiración para la teoría general del Derecho y que siempre he tenido presente como modelo también en mis escritos de teoría política, toma com o punto de partida el presupuesto, que bien puede ser considerado ideológico, de que el Derecho en cuanto tal, incluso si es definido neutra/mente como técnica de organización social, tiene una función social a.xiológicam ente positiva, hasta el punto de que puede ser considerado como un m edio necesario para alcanzar y conservar un bien colectivo como la paz interna y la paz internacional. L o cual no impide que teoría e ideología, com o dice claramente el título de este volumen, deban permanecer bien diferenciadas. La teoría presupone, como desde el comienzo G REPPI señala, la observación realista de las cosas, mientras que la ideología f orma parte de nuestra esfera emotiva o, con un término clásico, de las pasiones. L a distinción entre teoría e ideología se fun da en un rígido dualism o entre hechos y valores: una cosa es afirmar que la dem ocracia es un sistema de reglas que permiten tomar decisiones colectivas con el máximo consenso, y otra propugnar la democracia como la mejor forma de gobierno. No sé cuántas veces, acudiendo a la "gran división " entre lo descriptivo y lo prescriptivo, he tenido ocasión de subrayar la diferencia entre una definición explicativa y una definición persuasiva de la política, a p esar de que, com o ya he dicho, en los p ropios términos que uso, y que no puedo no usar, revelo m is preferencias. Tiene toda la razón GREPPI al subrayar la distancia entre aspiración científica y aspiración ideológica. En una concepción dualista del mundo, en la que entre hechos y valores no existe conexión necesaria, la contraposición es inevitable e insoluble. Se resuelve sólo distinguiendo de forma igualmente tajante las tareas de la teoría, que son cognoscitivas, y las de la ideología, que son normativas. Tam bién el consenso o el disenso de quienes leen mis escritos de teoría polftica encuentra una motivación diferente a la que puedo esperarme en los actores políticamente orientados a quienes me dirijo cuando asumo el papel de intelectual militante. Cuando escribí el op úsculo Destra e sinistra, no tuve más remedio que distinguir netamente entre análisis con-

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ceptua~ por medio del cual establecí el criterio de distinción entre Las dos partes contrapuestas del universo político, y mi toma de posición en favor de La izquierda. Mis argumentos utilizados, respectivamente, para desarrollar el análisis y para sostener La opción valorativa son diferentes. Mis interlocutores se diferenciaban también entre quienes aprobaban el criterio de distinción pero rechazaban mi preferencia y quienes, por el contrario, aun estando de mi mismo lado, consideraban que el criterio de distinción que yo presentaba era equivocado. Y ha sucedido incluso que algunas personas que rechazaban mi elección rechazaran al mismo tiempo mi criterio analítico: pero entre ambas negaciones no existe una relación necesaria.

Lo mismo puede decirse de mi pertenencia, numerosas veces declarada, a La corriente política del socialismo libera~ al que el autor del libro dedica, con la habitual precisión documental, el apéndice. La reconstrucción del significado, o de los significados, de este concepto complejo debe ser diferenciada de La adhesión a La ideología política que expresa. Al socialism o liberal me he mantenido fiel desde el m omento en que tuvo comienzo mi militancia política en los últimos años del fascismo hasta el presente, a pesar de La alternancia en el gobierno de diversos partidos durante estos últimos cincuenta años. N unca he pretendido ser un ciudadano por encima de las partes y tampoco pretendo esgrimir argum entos concluyentes para defender mis ideas. He mantenido diversos coloquios con Andrea GREPPI durante la gestación de su obra. He percibido con cierto estupor que conocía mis escritos, repartidos sin orden a Lo Largo de algunas décadas, mejor que yo. Su paciencia unida a su curiosidad de saber, y su admirable conocimiento de mis escritos unido a su voluntad de percibir sus conexiones y su sentido, me han ayudado a comprenderme mejor a mí mismo. A mi edad, llegado al fin del «ca mmin de lla mia vita», es un reconocimiento que Le agradezco a él, así com o a quienes le han guiado en la investigación, Gregario PECES-BARBA MARTÍNEZ, E usebio FERNÁNDEZ GARCÍA y Michelangelo EovERO. Norbe rto

B o BBJO Turín, junio 1998

INTRODUCCIÓN Es el mejor de todos el que por sí solo comprende todas las cosas; es noble asimismo el que obedece al que aconseja bien ... (Hesíodo, Los trabajos y los días, 29 1 ss.)

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DOS MODELOS EN LA FILOSOFÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA

H ay filósofos que son casi más conocidos como personajes públicos que por sus escritos. No creo que sea éste el caso dt Norbe rto BoBBIO, pero lo cierto es que determinados aspectos de su pensamiento no han recibido hasta la fecha la atención que en mi opi nión merecen. No es sencillo, por lo demás, manejar su obra, por la ausencia de grandes textos sistemáticos, por la inabarcable extensió n de su bibliografía y, sobre todo, po r la desconcertante variedad y disparidad de las materias tratadas. Por esta última razón, cuando comencé a ocuparme del pensamiento político de BoBBJO me propuse delimitar sus principales áreas temáticas y los diversos mome ntos de su formació n y desarrollo, intentando compre nder los rasgos fundamentales que caracte rizan (usando una expresión de Sheldon WouN) su particular "visión" o "perspectiva" sobre la política 1• F ui descubrie ndo la importancia que habían tenido e n él ciertos ele me ntos que, e n sentido amplio, quisiera deno minar "metodológicos", así como la preferenci a por una determinada form a de entender la labor del filósofo, que no de bería estar orientada tanto o sólo a justificar nuestra "visió n del mundo" como a conocer y com1 Utiliro aquí la expres1o n que aparece e n S. WouN, Política y p erspectiva. Continuidad y cam bio en el pensamiento político occidental, Buenos Aires, Amorrortu Editores. 1973.

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pre nde r el mundo e n que v1v1mos. Y e n seguida me di cue nta de que esta forma de filosofía no está hoy de moda, e n particular e n el campo de la filosofía po lítica. E l pe nsamie nto político de BoBBIO se caracte riza, en mi opinió n, po r la paciente búsqued a de un dete rminado modo de aproximarse a la po lítica, de un mé todo, e n el que destaca una fue rte compone nte " rea lista" y "anti-utópica", co n to das las dificultades y oscilacio nes que cada uno de estos dos té rminos implica. Se caracteriza, ade más, po r presta r un a ate nció n prio rita ri a hacia las dife re ntes fo rmas de le nguaje ideológico, e n la medida e n que el le nguaje ocupa un lugar esencial e n los procesos de formació n de l consenso y de ejercicio del pode r. E n este sentido, he po dido comprobar cómo la elaboració n teó rica reciente de este a uto r se ha orie ntado hacia un proyecto de "cla rificación" o " reconstrucció n" de algunos conceptos y categorías básicas del léxico político que puede ser inte rpretada como el desarro llo de cie rtas pre misas analíticas o, gené ricame nte, neo-empiristas, e n e l te rreno específico de la teoría política. Iba to ma ndo cada vez más importa ncia una cuidadosa labor de reconstrucción analítica basada e n la selecció n me tódica de aquellas redefiniciones conceptuales que, e n cad a circunstancia histó rica, resulta n más persuasivas e n relació n con los usos y las prácticas po líticas de hecho existe ntes. Fue inevitable e nto nces, como a ntes decía, observar la dista ncia que separa el planteamie nto de BoBBIO respecto de la filosofía po lítica " normativa" hoy dominante. Es ha bitual dife re nciar dos grandes e ta pas e n el pe nsamiento po lítico de las últim as décad as. Suele decirse que Una teoría de la justicia, de Jo hn RAwLS, abrió las pue rtas pa ra el re to rno de la filosofía po lítica tras un pe ríodo de crisis. Según esta inte rpretación, que ha llegado a ser admitida ya como "co nvencional", el positivismo e n cie ncias sociales y la orien tació n a nalítica o utilita rista e n filosofía mo ral habían sido responsables de que la filosofía po lítica a nte rior e ntrara e n un callejó n sin sa lida. U n a rtículo recie nte de Birkhu PAREKH, a utor de un conocido libro sobre el pe nsamie nto po lítico conte mporá neo, puede ser to mado como ejemplo de los a rgume ntos utilizados e n favor de esta tesis. Y ello incluso a pesar de que este a utor pretende rechazar una imagen simplificada de la " mue rte" y poste rio r " re nacimie nto" de la filosofía política, y discute la idea, hasta cie rto punto gene ralizada, de que e n el pe ríodo a nte rior a 1971 la "a uté ntica" filosofía po lítica había llegado a desapa recer. Pe ro su pla nteamiento, más aiJá de sus inte ncio nes, no llega a soluciona r los defectos de la interpretació n histórica que critica porque, co mo veremos a continu ación, no pone e n discusió n la idea de que la verdadera filosofía po lítica sólo puede ser, en un sentido muy p reciso, " no rmativa". R ecuerda PAREKH que e n aquello mismos años e n que se estaba habla ndo d e la presunta mue rte de la filosofía po lítica estaban apa-

INTRODUCCIÓN

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recie ndo las obras de a lgunos e ntre los más d estacados pe nsado res políticos d e este siglo 2 • E n una lista sin duda d e masiad o he te rogé nea mencio na no mbres co mo los de Michael Ü AKESHOTT, H anna ARENDT, Isaiah BERLIN, y ta mbié n Po PPER, HART, Leo STRAUSS, PococK, SKJNNER, MACPHERSON, así como los de otros auto res (que é l ll a ma "europeos", con la inte nción quizá de d ifere ncia rlos de los a nte rio res) como ALTHUSSER, SARTRE, MARCUSE o HABERMAS. Según PAREKH , e l e rro r funda me nta l de aque lla gene ración d e gra ndes pe nsadores que no supie ro n reconocer e l "verdade ro" sentido d e la filosofía po lítica habría consistido e n creer que su filosofía «ja más podría conve rtirse e n filosofía práctica» 3, mie ntras que su mé rito, por e l co ntra rio, h abría estado e n pre parar e l te rre no para la fil osofía po lítica "no rma tiva" qu e iba a venir después. La generación que e l mismo PAREKH denomina de los "grandes gurúes" h abría pecado de excesiva mo d estia, pues se habría limitado " ún icamente" «a de nuncia r los ma los argumentos, los p royectos ideo ló~i cos y las p ro mesas seducto ras pe ro intrínsecame nte irrealizables» . Las "care ncias" más graves de l pe nsamie nto a nte rior habría n comenzado a so lventa rse con la aparició n de la obra funda me nta l de RAwLS. A pa rtir de e nto nces la filosofía po lítica - de nuevo e n pa la bras de PAREKH- volvió a «ofrecer una teoría de la natu raleza humana » y volvió a ser capaz «de discutir los detalles de la vida política». Gracias a la nueva perspectiva abierta por la obra de R AWLS «[... ] varios a uto res [acepta ro n] la idea de que la filosofía política [es] una ra ma de la filosofía mo ral, y dado que esta última [es] ese ncialme nte normativa, la tarea de la filosofía política no [h abría debido ser ya1sólo d esarrollar principios pa ra evalua r la estructura socia l, sino tamb ié n diseña r instituciones, procedimie ntos y prácticas apropia das» 5 . La dista ncia en tre estas ind icacio nes de PAREKJ-l y los e le me ntos fundamentales del pensamie nto político de Boss1o q ue a ntes me ncionaba resultan ya a prime ra vista evidentes. E n pa rticular, me interesa discutir si e l modelo de la filosofía política do mina nte, tal como ha sido descrita por PAREKH, pue de dejar o no a lgún espacio para una teoría que no sea exclusivame nte " cie ntífica", "descriptiva" o "explicativa" y que ta mpoco se presente como inmediatame nte " no rma tiva". Porque, según pa rece, la mayoría de autores que compa rten esta visió n 2 Cfr. B. PAREKH, «Algunas refl exiones sobre la filosofía política occide ntal conte mporánea>>, e n La Política. Revista de estudios sobre el Estado y la sociedad. núm . 1, 1996, pp. 7 ss. 3 Ibídem, p. 1l. 4 Ibídem, p. 10. 5 Ibídem, p. 15. «Rawls --escribe PAREKIIse alejó de sus predecesores. Para e llos la fi losofía po lítica e ra un modo de entende r y dotar de sentido a la vida política, mie ntras que para é l era esencialme nte normativa y re presentaba un tipo de filo sofía práctica f...]; para é l la filosofía política no sólo estaba preparada para ofrecer una teoría de la naturaleza huma na, sino que también era capaz de discutir los de ta lles de la vida política y al mismo tiempo proporcionar una estructura deseable de instituciones, políticas y prácticas>>.

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que he llamado "conve ncional ", lejos de pone r e n duda sus propios presupuestos me todológicos, cree n que la filoso fía política se desarro lla e n la actualidad e n una dete rminada dirección, esencialme nte distinta al pe nsamie nto po lítico anterior. Y llegan a creer incluso, como dice el mismo PAREKH, que hoy exjste ya una "comunidad cie ntífica" que comparte " un mismo lenguaje", " dete rm inados te mas" y un mismo "cue rpo de ideas" 6 . E n su optimismo, imagina n que el futuro d e la filosofía política seguirá el cauce de aquella filosofía que lla ma n " no rmativa". Por diversas razones, esta visió n podría ser discutida. E n prime r lugar, creo que no es cierto que solame nte hagan filosofía po lítica quie nes pe rtenece n a un a comunidad cie ntíf ica que supuestame nte co mpa rte, como dice PAREKH, " un mismo le nguaje". Esta visió n unita ria resulta sin duda fo rzada y excluye de ma ne ra algo a rbitraria aquell as perspectivas teóricas que se a pa rta n de su modelo. No e ncontrarían fácil acomodo e n ella, e n efecto, diversas pe rspectivas que han estado en la base misma d el pe nsamie nto político occide ntal y q ue nunca podría n te ne r cabida e n el pa radigma de una filosofía " no rmativa". Los eje mplos de MAOUIAVELO o de WEBER será n, e n este punto, suficie ntes. Pero ade más, si la tradición del pe nsamie nto po lítico es más compleja y pa rcialme nte distinta tambié n a la de la filosofía mo ral, cabe pe nsar que la reducció n llevada a cabo, e ntre otros, po r PAREKH, puede ser, e n definitiva, e rró nea. Y entonces será preciso conside rar la irreductible variedad de formas, mé todos y pe rspectivas teóricas y recupe rar el pro ble ma de la inagota ble va riedad de le nguajes que "tie ne n que ve r" con la po lítica y que quizá, alguie n podría pe nsar, constituyen su objeto. Desde el punto de vista ideológico, la dificultad de recomponer e n té rminos ideales la diversidad de los le nguajes de la po lítica puede ser inte rpre tado como consecue ncia del irreductible pluralismo d e la sociedad contempo rá nea 7. Desde el punto de vista teórico, e n cambio, se po dría observa r que, lejos de forma r una única "comunidad cie ntífica", la filosofía política actu al es el resultado de una e nciclopédica acumulació n de perspectivas y de una extraord ina ria dispe rsión e n los mé to dos. De hecho, co mo escribe Jean LECA, hoy e n d ía la "comunidad" de pe rsonas que se ocupan de la teoría po lítica está formada por a uto res «que tie ne n cosas que decir, pero que no tie ne n nada que decirse e ntre SÍ» 8. No vivimos e n un único e idílico «Universo de comunicació n», sino, según dice el mismo LECA, e n una «pequeña 6

lbidem, p. J7.

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E ntre otras, es in teresante la crítica al p lanteamiento de RAWLS que aparece e n C. MouFFE,

>; G . VAITIMO, «l rrazionalismo , storicismo, egemon ia>>, e n vvAA, La cultura filosofica italiana da/ 1945 al 1980 nelle sue relazioni cona/tri campi del sapere, cit., p. 269. 37 El siguiente texto, de Eugenio G ARIN, un a utor e n a lgunos aspectos cercano a la posición cultural de BoBBIO, describe algunas de estas '' razones": «Sustituida la ca nón ica contraposició n entre los siglos, uno frente a otro a rmado, po r la contraposició n e ntre dos medios sig los, la cómoda utilización de un c rite rio basado e n las catástro fes de l fascismo y de la gue rra había contribuido a igualar bajo perspectivas unifo rmes acontecimie ntos extremadamente co mplejos. Desde la prime ra mitad del siglo se fomentó una lectu ra ma niquea que anulaba, tras una condena indiferenciada, los pliegues de un pasado no sólo dive rso, sino tambié n a rtic ulado e n pe ríodos diferentes, cada uno de los cuales te nía caracte res precisos. Se consolidó en su luga r una image n construida e n e l curso de la polé mica post-bélica sobre una hegemonía idealista que habría durado sin interrupción desd e 1903 hasta la crisis de l fascismo , y q ue habría sido respo nsable de la permanencia de la fi losofía ita liana e n posiciones arcaicas y conservadoras, fe rti lizando el terre no sobre e l que habían germina do la ideo logía fascista y sus ambiguas re laciones con la tradición católica y con la Ig lesia romana>>; E. G ARIN, «Agonía e morte de ll' idealismo italia no», en VVAA, La Jilosofw italiana da/ dopoguerra a oggi, cit., p. 5.

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turales" de hecho condicio naron la evolución del pensamiento de nuestro auto r 38 • Así cabe interpretar muchos de sus escritos de la primera mitad de los años cincuenta, en los que se buscaba una redefinición de las funcio nes específicas de la cultura frente al «difuso to no zdanoviano» que condicio naba el debate filosófico 39 . Como ejemplo de esta amplísima operación de "política cultural", que había seguido precisas y preconcebidas directrices políticas 40 , resulta muy significativo un texto escrito en el año 47 po r Antonio B ANFJ: «E l fina l de l fascismo ha revelado el aislamiento y la abstracta vanidad de aque lla cultura crociana y de sus d iscípulos [la sua cerchia , escribe co n ironía] y ha resuelto e l compromiso é tico de la filosofía crociana, reintegra ndo la coherencia del fi lósofo e n un reaccionarismo político que ya está siendo considerado inútil y paralizante pa ra la propia ideología especulativa del liberalismo y la ligereza de sus discípulos envue ltos por las acogedoras brumas intelectualistas de l Panito d'Azione [ ... ).La filosofía crociana es verdaderame nte la última filosofía burguesa, esto es, la filosofía de una clase que ha dejado de ser o de reconocerse como universal mente progresiva -pue a dicha orientación responden 38 Muchos de sus esc ritos, incluso e n años muy poste riores a la gue rra, re flej an la necesidad de luchar fre nte a una indiscriminada politizació n de la cultura. Por lo demás, sería un e rror equipa rar indiscriminadamente la hegemonía cu ltural con la hegemo nía po lítica (es inevitable aquí la alusió n a las conocidas tesis gramscianas). Como se decía ante rio rmente, aun e n condiciones de fa lta de libe rtad, se habría mante nido cie rta "pluralidad" y "varie dad " de voces nuevas, al margen de, e incluso dentro de, la presunta homogene idad de la cultura ide alista (estas expresiones aparecen e n N. BoBBIO, «La filosofia oggi. R assegna filosofica a cura di Norbe rto Bobbio», e n Comunita, núm . 16, 1952, p. 49). Así fu e e n e l te rre no ideo lógico y político, donde inte lectuales de formació n " idealista", lejos de cae r e n los brazos de ideo logías "bu rguesas", se d ispe rsaron e n posiciones muy diversas desde e l libe ralismo al soc ialismo, y no fa ltó tampoco una parte q ue llegó a los movimie ntos de l marxismo radical. 39 Sobre la aparició n de ese tono "zdanoviano" de la cultura ita liana escribe Orne lla Po MPEO FARACOVJ: «La política cultural de los partidos de izquie rda no tuvo en Ita lia, al me nos hasta 1948, e l co rte zdanoviano que ca racte rizaba en esos mi mos a ños las d irectrices teóricas del Partido Comunista Francés [... ]. No habían e ntrado e n circulación aún las tesis de Gramsci, cuyos Quademi apare ce rán e n 1948, ni las de Lukács o de Zdanov [... ]. No fue ron, por tanto, lemas de pa rtido, sino la forma en que a lgunos inte lectua les progresistas percibiero n e l proble ma de su contribución a la renovació n del país [ ... ]. La convicción del significado esencialmente político de l trabajo de los intelectuales, y en prime r lugar de los filósofos, co nstituyó el presupuesto implícito de toda la discusió n»; O . PoMPEO FARACOVJ, «Spiritualismo ed esistenzialismo tra F rancia e Ita lia», en «Filosofia italiana e filosofie stra niere ne l dopoguc rra», n úme ro mo nográ fi co de la Rivista di filosofía, núm. 2/3, 1988, p. 26 1. 40 Aunque tanto e l uso del té rmino " hegemonía" como e l proble ma de la he rencia de l idea lismo e n la cultura nacional fue ro n dos te mas clarame nte gra mscianos, no hay e n este autor una visión tan abierta mente maniquea de CROCE como la difundida po r sus epígonos. E n e l Cuaderno titulado La filosofía di Benedeuo Croce, G RAMSCI de nunciaba sobre todo el ca rácte r ideológico y la o rie ntació n conservado ra implícita e n la c rítica de l marxismo desarrollada por CRocE. No dudaba, sin e mbargo, en conside rar a CRocE como uno de los antecede ntes histó ricos de su " filosofía de la praxis". La auto ridad de CRocE resultaba indiscutible incluso entre sus críticos.

LA FORMAC IÓN DEL PENSAM IENTO POLÍTICO DE BOBBIO

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el neo-positivismo o el realismo de los países anglosajones-, que ha re nunciado a su intervención directa en la dialéctica histórica» 41 •

No es extraño que Bossro se apartara de un juicio semejante sobre el idealismo crociano y sobre la tradición filosófica ante rior, y no precisamente porque su obra, ya en 1950, siguiera permaneciendo anclada e n los dogmas de aque llas escuelas filosóficas. Por otra parte, y junto a este doble proceso de liberación, será útil conside rar un segundo aspecto en la " débil" identidad de la filosofía italiana durante los años de formación de Bossto . Es el mismo VtANO quien obse rva una susta ncial continuidad e n la filosofía italia na durante la primera mitad del siglo, en la medida e n que se habría mantenido constante el problema de la formación de «una concie ncia nacional» 42. Un mismo " inte rés" se habría mantenido constante antes y después de 1945, cuando la vieja "cuestió n nacio nal" habría sido reemplazada por la gran "cuestión social", de manera que la filosofía italiana habría conservado una inmediata vinculación con la historia, con la realidad "política" que la rodeaba. Las más e nfrentadas corrientes filosóficas, tanto el viejo y el nuevo positivismo como el idealismo y, e n el terre no político, tanto el fascismo como las diferentes corrie ntes democráticas o los diversos marxismos (positivista, hegeliano o gramsciano), compartieron un interés común y, por tanto, pueden ser interpre tadas como «form as diferentes para responde r a un mismo problema de fondo». Durante el primer tercio del siglo la formación de una tradición política unita ria y la fo rmación de una clase dirigente capaz de interpretarla y difundirla (no es casual la importa ncia de la teoría de las elites e n la teoría política italiana) había sido inte rpretado como un requisito imprescindible para completar el proceso de unificació n nacional. La fue rte politizació n de las elites culturales e n la lucha anti-fascista era, por tanto, el reflejo de una tendencia antigua 43 • De 41

A. 8 ANFI, >; N. Bouoro, Teoría del/a scienza giuridica (5009), cit. , pp. 80 ss. En realidad, e l interés que había gu iado a Bonsro hacia la fe no meno logía a lemana , y que se e ncontraba de trás de

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ambos autores. Por otra parte, CROCE había perfilado una visión del acontecer histó rico abierta a la libertad y en la que quedaban excluidos los términos absolutos, totalizantes que habían sido característicos de la dialéctica hegeliana 112 . E l " método" de CROCE, en otras palabras, enlazaba de forma casi inmediata con su "ética". Su interpretación del desarrollo histórico e n términos fi losóficos ofrecía e l fu ndamento para una determinada concepció n de la libertad 113 • No menos importante que esta lección metodológica, "núcleo esencial" del pensamiento de CROCE, es su lecció n como maestro "di vita civile e morale" 114• En ella se encuentra, en mi op inión, el núcleo inicial de la ideología del libe ralismo ético, que ha sido un a referencia constante e n e l pensam iento político de nuestro autor. Como "liberales" se podrían calificar, en efecto, algunas convicciones de fondo que aparecen en Bo BBIO bajo el rótulo de " una co ncepción ética de la política" 115 . Es preciso en este punto tener en cuenta que su formación ideológica iba a tener lugar en el período en que el pensamiento sus críticas a H usseRL o SciiCLI3R, pued e ser defin ido como "me to dológico" o "episte mo lógico". La preocupación po r el método ha sido probable me nte, a lo largo de los años, la principa l constante e n e l pensamie nto de Boemo, y e n especial en su teoría política. 112 La c rítica de cualqu ie r filosofía dete rmin ista de la histo ria es o tro de los puntos firmes e n la " ideología" de Norberto Boemo. Ya e n e l año 1950 se planteaba esta cuestión e n los siguientes té rminos: ; N. Boss10, Teoría del/a scienza giuridíca (5009), cit., p. 14 ss. 1 13 Razones no sólo teóricas, sino también b iográficas y políticas se mezclan e n la exigencia de clarifi cació n me todológica de CROCE. E n fechas cruciales había escr ito, por ejemplo, palabras como las siguientes: ; B. CROCE, La storía com e pensíero e come azione, Bari, Laterza, 1938, p. 23. Sobre la conexión e ntre la me todo logía y a lgunas opcio nes po líticas básicas de CRocE véase G . COTRONEO, , en Mondoperaio, n úm. 3, 1986, pp. L00-108. Po r otra parte, sobre la conexión e ntre relativismo, u na dete rminad a concepción d e la filoso fía como me todo logía, y el postulado liberal de la to lerancia, que aproxima BoBBIO a CROCE, véase A. RUJz MIGUEL, Filosofía y Derecho en Norberto Bobbio, cit., pp. 71 ss. 114 N. BoBBIO, (6604), e n Italia Jede/e, cit., p. 70. 115 La defe nsa d e una "concepción ética de la política" es un tema de derivació n crociana que estuvo bien presente e n las cultura turinesa y e n gene ral e n bue na parte de l antifac ismo. Sobre e l problema é tico en CROCE, cfr. P. BoNETTI, L 'elica di Croce, cit., y M . M usTÉ, Benedetlo Croce, Napoli, Mo ra no , 1990, pp. 96 ss.

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de CROCE estaba siendo interpretado, precisamente, en clave ética 11 6• Puede que fuera solamente por el apremio de las circunstancias históricas que se vivían, pero lo cierto es que en los años de la guerra CROCE fue profundizando en la dimensió n ética de su crítica de cualquier justificació n necesaria de los acontecim ientos históricos 117. Su reflexió n se centró desde ento nces en la libertad del individuo y en su responsabilidad moral, negando toda «astucia de la razón» que pudiera anular el valor de la conciencia individual 118• Llegó a rechazar asimismo «Cualquier teología de la historia», afirmando que «el significado último de la dialéctica» se encuentra «en la lucha que continuamente renace». En el conflictualismo del último CROCE «el sentido último de la vida se transforma de idílico (y por tanto elegiaco) en dramático, de hedonista (y por tanto pesimista) en activo y creativo» 119• 116 En CROCE la gene ració n de Bosmo e ncontró un claro llamamie nto a la resiste ncia. Puede ser representativo de aquel clima un texto tan apasionado como e l siguie nte: ; B. CROCE, La storia come pensiero e come azione, cit., pp. 17 y 18. 117 Escribe a este respecto Leo VALIANt, célebre a ntifascista y mie mbro de l Pa rtito d'Azio ne: «El antifascismo [... ) reque ría una concepció n de la lucha po lítica que fuese a un mismo tie mpo voluntarista e histo ricista -voluntarista, se e nt iende, no en e l sentido de c reer en la omnipotencia de la voluntad, inde pendientemente de las condiciones obje tivas de l obrar, sino e n e l de la justificación histó rica de la decisió n voluntaria de emprender una acció n a rriesgada que habría tenido que dura r e n e l tiempo, con la galvanización de toda e nergía volitiva->>; L. VALIANI, «La lezione di Croce>>, e n Fra Croce e Omodeo, Firenze, Le Mo nn ier, 1984, p. 10. A mi-determinismo y voluntarismo se convirtieron e n un e le me nto destacado tanto e n el pe nsamie nto de GRAMsct como en e l de MoNDOLFO, los más a uto rizados fi lósofos marxistas ita lianos de aque llos años. Cfr. N. Bosmo, Profilo ideologico del Novecento italiano (8634), cit., p. 142, y ta mbié n A. SANTUCCI, «Raziona lismo c ritico, esiste nzialismo, ma rxismo e neo-illum inismo in Ita lia», e n Storia del/a filosojia, d irigida por M. DAL PRA, vol. 10, cit., p . 327. 118 La supe rio ridad de la acción y de l juic io mo ral sobre e l juicio me rame nte cogno scitivo es expresado por CROCE e n los siguie ntes té rminos: «(... ) La acció n que mantiene dentro de sus confines todas las de más actividades particula res y a todas las mueve para e l cumplimie nto de la función que le es propia , que se o po ne de tal mane ra a la disgregac ió n de la unidad espiritual, que garantiza la libe rtad, es aque lla que hace frente y combate e l mal e n todas sus fo rmas y graduaciones y que se de no mina activida d mora l [... ]. La mo ralidad no equiva le a la política o a la utilidad como a ninguna o tra fo rma de la actividad huma na , sino que las engloba a todas y a todas las transforma , e n cuanto sólo satisfacen su fi n específico en la acción ética»; B. CROCE, La storia com e pensiero e com e azione, c it., pp. 44 y 45. 119 Sobre estas cuestio nes, cfr. P. BoNETit, L 'etica di Croce, cit., p. 145. Un cie rto ideal moral será fundam e nta l en la últ ima reflexió n de CROCE sobre H EGEL. Por o tra parte, e l " vitalismo" de CROCE venía a e ncontrarse con una concepció n de la concie ncia mo ral, núcleo de su " re ligión de la libertad", que paradójicame nte recordaba e l deber mo ral ka ntiano. Después de KANT, que había sabido ade ntrarse e n e l "corazón"' de l proble ma é tico, «Fichte y Hegel habrían sido responsables de cerrar e l círculo de la vid a espiritual, excluyendo la Trascende ncia y convirtie ndo

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Ésta fue la "lección" que los más jóvenes discípulos recuperaron cuando, en torno a 1938, tuvo lugar un último "retorno a CROCE". En su obra viero n una llamada de atención para afrontar los «obstáculos del presente» y para actuar en conformidad con lo que la conciencia moral, «en las condiciones específicas de cada persona, ordena que se haga» 120• Según las más autorizadas interpretaciones del pensamiento crociano, en esta última fase de su obra fue posible encontrar el fundamento para una ética de la laboriosidad (operosita), que en el contexto de l antifascismo pudo se r interpretada como la más clara defensa de «deber de actuar según e l absoluto principio ético de la conciencia», del individuo comprometido (impegnato) y responsable de sus acciones 121• BoBBIO, por su parte, iba a seguir sólo en parte la filosofía del liberalismo de CRocE y no por casualidad esta forma de liberalismo iba a convertirse en el objeto de sus críticas durante los años cincuenta. Se puede afirmar que a partir de un determinado momento nuestro autor, a pesar de su acuerdo en el plano ético, empezó a considerar que la "metafísica" q ue se encontraba detrás de aquella "fil osofía del liberalismo" no era fundamento suficiente para una acabada teoría del Estado moderno y de la democracia. a Dios en la Libertad y a la Libertad en la Realidad». A nte to do, CROCE evitaba caer en cualquier fo rma de determinismo (histó rico o metafísico) por ser el dete rminismo la negació n de l princ ipio filosófico de la libe rtad. La cita se e ncue ntra en P. BoNETII, lntroduzione a Croce, c it., p. 57. «La ética de la libe rtad d e C roce - e scribe a este respecto Nicola MATIEuccr- deriva más de l libe ral Kant que d e l autoritario H ege l [...]». Esta circunstancia habría reforzado e l carácter "ético " de l libe ralismo crociano; cfr. L. MATIEucc r, «Pote re e libe r!lr ne l pe nsie ro di Croce», e n I/ Iiberaiismo in un mondo in trasfomazione, 2." e d., Bo logna , 11 Mulino , 1992, p. 67. Sobre la d ifíc il re lació n e n e l pensamie nto de CROCE entre los conceptos de conciencia mo ra l, Estado y Estado ético y las te nsiones q ue gene raba esta peculiar aproximación a KANT desde H EGEL, cfr. N. Bousro, (5501 ), en Politica e cultura , cit., p p. 230 ss. 120 A. SANTUCCJ, «R aziona lismo critico, esistenzialismo, marxismo e neo-illuminismo in Italia», e n Storia del/a filosofia, d irigida por M. DAL PRA, vol. 10, Milano , F. Vallardi/Societa Editrice Libraria, 1978, p. 277. A propósito de la indepe ndencia mora l de CROCE fre nte al fascismo, Eugenio GARIN escribe: . Más ade lante G ARJN explica cómo se difu ndió este compro m iso po lítico e n la cultura italiana: «Fue precisame nte la defe nsa de las libertad es fundame nta les, sin las que no tie ne sent ido la investigació n, ni dignidad e l trabajo, ni valo r e l hombre, e l e leme nto que d io un tono singular a la especulació n filosófica italia na poste rior a 1925. Dife re ncias y convergencias, polé micas teóricas y revisiones históricas fu e ro n centrándose cada vez más e n este punto. Muchas alusiones que de otra manera resultarían incomprensibles o absurdas, debe n ser explicadas en función de esta profunda preocupación. Más a llá de las cuestio nes teóricas (... ] latía la necesidad de e ncontrar certezas para la o posición y armas para la bata lla»; E . GARIN, Cronache di filosofia italiana , cit., pp. 384 y 385. Cfr. tambié n N. Bosmo, Profilo ideologico del Novecento italiano (8634), cit., cap. 11, titulado "Croce opposiwre", pp. 166 ss. 121 Cfr. G . CALOGERO, «Inte rno a l saggio de l Croce Giudizio storico e azione morale>>, e n Saggi di etica e di teoria del diritto, Ba ri, Late rza, 1947.

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FORMACIÓN DEL PENSAM IENTO POLÍTICO DE BOBBIO

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Tambié n por esta razón no es sencillo determinar de forma tajante hasta qué punto Bossro se ha ma nte nido bajo la influe ncia de algunas categorías de la é tica de CROCE. Posible me nte nunca ha olvidado ni su "ética de la laboriosidad", ni la idea de la supe rioridad última de la ética respecto de la po lítica, ni tampoco la sospecha de que hay una irreductible imperfecció n en las institucio nes liberales, ni, e n resumen, aquella particula r concepció n " liberal" de la vida. Creo, por tanto, que e n estas ideas forma n parte de la ideología "básica", constantemente mante nida por Bossro. U n claro eco "liberal" tie ne n, por ejemplo, las siguientes palabras, que son re presentativas d e la actitud intelectual de nuestro a utor: «Los valores morales hacia los que se dirige n mis prefere ncias -escribía en 1955- son el obrar sin ambició n por una buena causa, la coherencia y la intransigencia, la firm eza, la seriedad, e l desinterés y la abnegación, el rigor y la autodisciplina, la humildad frente a la inme nsidad de la historia y frente a la insuficiencia de la propia labor: sentido trágico (q ue tambié n me gusta llamar religioso) de la historia, y a un mismo tiempo resignación y fidelidad. Nunca he a mado a los hé roes demasiado solemnes: mi simpa tía va al hé roe call ado e incluso al héroe desesperado» 122•

VIII.

FILOSOFÍA Y POLÍTICA EN EL MOVIMIENTO NEO-ILUMINISTA

Desde el comienzo de esta investigació n he querido mostrar la necesidad de inte rpretar la evolució n del pensamie nto filosófico político de Norberto BOBBIO e n funció n de dete rminados acontecimie ntos históricos. Considero e n efecto que su obra se forj ó a partir de la expe rie ncia de la guerra, de una gue rra que re presenta e n nuestro siglo cualquier otra posibl e gue rra. En aquellas circunstancias su pe nsamiento optó po r la " reconstrucción ". F ue e ntonces quizá cuando descubrió, como último recurso frente a la crisis, que la razón (la razón con minúscula, la limitada capacidad de e nte nde r de cada hombre concreto) puede transformar la realidad y la historia 123• Y es que, con seguridad, reflexiones y a rgumentos a nálogos a éstos estuvie ron 112

N. BoBBIO, (6412), en Italia civile, cit., p. 7. El carácter "const ructivo" o " reconstructivo" d e l pe nsam ie nto de Bo smo se e ncue ntra en el origen de su opción "racio nalista". Esta analogía e ntre razón y reconstrucció n trae a la memoria e l ejemplo de HOBBES: ; N. BoBBIO, (48 11 ), en Thomas Hobbes, Torino, Einaudi, 1989, p. 90. U n come ntario sobre esta misma idea aparece e n L. F ERRAJOU, , en Jueces para la democracia, núm. 30, 1997. pp. 79-84. 123

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presentes en la conciencia cJvJca de aquellos años. En páginas anteriores se decía que desde los tiempos del fascismo la cultura italiana buscaba la renovación de los patrones culturales dominantes y que nunca -se pensaba- habrían debido perdurar más allá del fin de aquella guerra. Este mismo interés se reflejaba en particular en la lucha por renovar las premisas teóricas de la filosofía e incluso las pautas de comportamiento de los filósofos. Muchos de ellos iban buscando, como también se ha dicho, frente al exceso de idealismo, una cultura que estuviera por fin orientada hacia la "práctica", hacia los "problemas concretos de la vida" y en la que primara la " realidad" sobre e l abuso de "ideas abstractas" 124 • En e l momento en que se dio por concluido el paréntesis de la guerra Norberto BoBBIO prestó especial atención a los diversos problemas de la relación entre p olftica y cultura , entre ideología y filosofía, entre compromiso político y saber científico. Apareció sobre todo, y más tarde se fue consolidando, un afán de "positividad" que compartía con otros fil ósofos que al igual que él estaban ansiosos por ofrecer, desde la filosofía, una respuesta adecuada al imparable progreso del conocimiento científico y tecnológico. La experiencia neo-iluminista iba a responder precisamente a esta demanda de regeneración bajo el signo de un nuevo empirismo. A través de ella Bonmo llegaría, por un lado, al encuentro con la filosofía neo-positivista y analítica (es decir al encuentro con aquel conjunto de doctrinas que, aun con dificultades, podemos identificar como filosofía neo-empirista) 125 , y por otro, al redescubrimiento de las ciencias positivas de la sociedad, como atestigua el estudio de autores " nuevos" como KELSEN, HARE, 124 A nton io SANTUCCJ describe la importancia que t uvo e l recue rdo de la gue rra en la filosofía italiana de la posguerra: ; A. SANTuccJ, «Razionalismo critico, esistenzialismo, marxismo e neo-illuminismo in Ita lia», en Storia del/a filosofia, cit., p. 325. Por su parte, Eugenio ÜARJN describe las exigencias de renovación moral que alimentaban el int rincado panorama fi losófico de los años de la reconstrucción: «La discusión fil osófica ita liana, la que no e ra ni académica ni evasiva, tenía hambre de una experiencia densa, mundanal, auté nticame nte humana; hambre de cosas, de obras hechas por la mano del hombre, en una labor tangible [ ... ]; hambre de libe rtad, y de una libe rtad que no es esa libe rtad proclamada en sermones, sino vivida con sus limitaciones, defendida contra sus continuas negaciones [.. .]. Humanismo, se ha dicho, que asumió tonalidades diferentes, unas veces con tintes positivistas, ot ras como revisión del idealismo y otras avanzando exigenci as personalistas, y finalmente desembocando en la polémica existencialista [ ... )»;E. ÜARIN, Cronache di filosofia italiana ( 1900-1943), cit., vol. 11, p. 470. 125 También P atrizia BoRSELLJNO es de la opinión de que la filosofía analítica es la mejor clave para la interpre tación de la obra de Norberto Bosmo; cfr. P. BoRSELLJNO, «Norberto Bobbio e !' empirismo logico: un'analisi con riguardo alla tesi divisionistica», en Rivista fnternazionale di Filosofia del Diritto, núm. 3, 1987, p. 326.

LA FORMACI ÓN DEL PENSAM IENTO POLÍTI CO DE BOBBIO

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o W EBER 126. Lo interesante, en relación con el objeto de este trabajo, es destacar cómo fuentes tan dispares, y en ocasiones incluso contradictorias, fueron descubiertas y luego utilizadas en función de determinadas exigencias propias de la cultura nacional. También desde este punto de vista sería posible decir que en la obra de B oss1o "teoría" e " ideología" no llegaron a ser nunca del todo independientes y que su labor teórica quedó abierta en todo momento hacia la " práctica". PARETO

A propósito de la relación entre nuestro autor y el movimiento neo-iluminista dos cuestiones serán estudiadas en las próximas páginas: por un lado, la orientación " política" de ese movimiento, y por otro, el manifiesto "eclecticismo" que los neoiluministas compartieron. No se debe pensar que entre 1945 y 1950 la búsqueda de un " nuevo racionalismo" y la aparición de una nueva "filosofía positiva" apartaran definitivamente a la cultura filosófica italiana de la herencia de l historicismo anterior. Las propuestas nuevas seguían resultando aún demasiado ambiguas para producir una ruptura inmediata. E n el caso de B oBBIO, además, pronto se fue perdiendo el interés por reconstruir las grandes cuestiones básicas del pensamiento filosófico y fue quedando olvidada la lucha por descubrir el sentido de la filosofía de nuestro tiempo: en e l momento en que nuestro autor habría podido empezar a construir su propio "sistema" filosófico a partir de los principios de una filosofía positiva, el rumbo de su obra parece diluirse y perderse en perspectivas y objetos dife rentes. Esta ausencia de un desarrollo orgánico responde, por cierto, a una tende ncia generalizada en el llamado movim iento neo-iluminista. Sus mejores frutos llegaron en los diversos campos de esludio particulares de cada autor, en materias específicas que de por sí poco tenían que ver con los problemas teóricos generales afro ntados originalmente. Las razones de ello se encuentran quizá en la vocación "práctica" que todos estos autores compartían y quizá también en 126

En las próximas páginas no va a ser fácil mantener una terminología ho mogénea, pues el llamado " neo-iluminismo" no llegó a ser en ningún mome nto un movimiento filosófico homogéneo. Utilizaré este té rmino por ser más habitua l, aunque conside ro más p recisa e interesante la siguiente de finició n: «Por racionalismo crítico se e ntiende ( ... ] una orientación filosófica, d enominada tambié n neo-raciona lismo o neo-iluminismo o incluso neo-empirismo crítico, que se difundió en Ita lia desde e l final de la gue rra hasta e l final de los años cincue nta, a lo largo de unos quince años, en los cuales hubo una re fl exió n, re lativame nte unitaria, sobre a lgunos crite rios racionales de inte rpretació n de la expe riencia, e n conexió n problemática y, e n ocasiones, en oposición con e l neo-ka ntismo conte mporáneo y su me to d ología trascende ntal. Así, la racionalidad no se identificó con ningún soporte metafísico y, por e l contrario, fue interpretad a como un conjunto de funciones dirigidas a unificar la expe riencia y a aba rcarla en la totalidad de sus contenidos y de sus posibilidadeS>>; M. DAL PRA, > (45 18), e n Una fllosofia m ilitante, cit., p. 9. Esta misma página continúa: «E n la pe rso nalidad de Catta neo no hay conflicto e ntre la índo le de l científico y la pasión de l po lítico. La po lítica es una obra de civilización e n la que la ciencia no puede ser extra ña; la cie ncia, a su vez, es la sup re ma manifestación del ingenio humano y no puede no de te rminar e l desarro llo y la o rientació n de la política. El Cattaneo cie ntífico y e l Catta neo político son una misma cosa: uno no puede existir sin e l otro, siempre q ue se e ntienda por ciencia la ciencia expe rime ntal y por política no la razón de Estado o e l arte de gobierno, sino la tute la de l bien públ icO>>. 162 lbidem. Por eso, ; N. BOBillO, Teoria del/a scienza giuridica {5009), cit., p. 26. 163 N. BoBillO, >. En cualqu ier caso, esta idea de la " filosofía como metodología" iba acompañada de un fuerte comprom iso práctico. La conexión entre " acción práctica" y " método" resulta natural, en efecto, cuando se adopta una definición del " método"' como la que iba a ofrecer BoBBIO algún tiempo después: ; N. Booo1o, Teoria del/a scienza giuridica (5009), cit., p. 49.

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precisamente como metodología de la acción 169 . Para BoBBIO -recordando a ABBAGNANo- «el deber ser representa para el hombre no lo que es sino solamente lo que es posible», es decir, el reflejo del «infinito número de las acciones posibles» 170. En el espacio que separa, desde el punto de vista lógico, lo real de lo posible se desenvuelve la reflexión ética y la libre capacidad del hombre de valorar, preferir y decidir. Una definición análoga, explica también nuestro autor, puede ser alcanzada siguiendo los desarrollos de la neo-kantiana y analítica distinción entre "tomar posición" y " tomar conocimiento". Por otra parte, distanciándose de una tesis básicas de cualquier metaética neo-positivista, Bossro no excluía la existencia de algún puente entre los ámbitos del conocer y el preferir, y señalaba que este nexo puede ser establecido, se7ún su propia terminología, en un terreno " histórico" o "existencial" 71. En este punto se produce la convergencia entre ser y deber ser: allí encuentran fundamento , a la vez empírico e histórico, los valores como reflejo de necesidades concretas, tanto materiales como espirituales 172• Los valores, criterios ideales «que permiten afirmar que una cosa vale y otra no», son definidos en aquel texto de 1948 como «el resultado de la distancia entre el ser y el deber ser en la esfera de la acción humana» 173 ; son «abstracciones mentales», «entidades ideales», producto de la actividad de los hombres en cada situación histórica. Descartadas las diversas fundamentaciones ontológicas o metafísicas tanto de tipo "naturalista" como "platónico", «la determinación histórica de los valores correspondería única y exclusivamente a la 169

U na filosofía positiva de l derecho como la que trataba de e laborar BoBBIO habría debido dar respuesta a dos proble mas básicos como son la distinción entre e l ámbito del ser y del deber ser y la fundam e ntación de los valo re s que suste ntan e l orden juríd ico. No es que la distinción e ntre ser y deber ser fue ra nueva, a unque cabe señalar e l carácte r prefe rentemente me todológico (o epistemológico y no ontológico) que fue asumiendo esta distinción en sus años de madurez. Sobre e llo, cfr. N. BORSELLINO, , en Rivisla lnternazionale di Filosojia del Dirillo, cit., p. 343. 170 N. Bosmo, lntroduzione al/a filosofia del dirillo (4806), cit., pp. 29 y 30. 171 Ibídem, p. 34. U na refere ncia a la distinción e ntre " toma de posición" y "toma de conocimiento" aparece incluso e n e l primer ensayo publicado por Bosmo; cfr. N. Bosmo, , e n Rivista lnternazionale di Filosofia del Diriuo, fase . IV-V, 1934, p. 18 de la separata; cfr. tambié n N. Boomo, > (5008), en Contribución a la teoría del Derecho, cit., p. 180. 197 lbidem. La distinció n e ntre le nguaje ide al y lenguajes ordinarios e s utilizada e n a lgunas ocasiones por Boss1o. >, e n Rivista lntemazionale di Filosofia del Diriuo, cil., p. 326; véase también, a este respecto, U. ScARI'ELLI, >, en R. BELLAMY, Theories and concepts of politics, Manchester, Manchester University Press, 1993, pp. l-15; D. MrLLER, «Linguistic Philosophy and Polit ical Theory», en VVAA, The nature ofpolitica/ theory, Oxford, Clarendon Press, 1984, pp. 35-52, y también D. Mru.ER, a A. Q u tNTON (com p.), Filosofía Política, cit., p. 10; cfr. tambié n B. G ooo wJN, El uso de las ideas políticas, trad. E. L YNCH, Barcelona, Pe nínsula, 1988, pp. 39 SS. 114 R. W OLLH EIM, «Philosophie a na litique e t pe nsée politique», e n Revue FranfCIÍse de science po/itique, XI, 196 1, pp. 296 SS.

LA EVOLUCIÓN DEL MÉTODO: HACIA LA TEOR ÍA POLfTI CA

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práctica. En un clima de ingenuo optimismo se llegaba a afirmar que al igual que e n o tros tie mpos la física o la astronomía, el estudio de los fe nó menos sociales y po líticos habría de bido perder definitivame nte su carácter especulativo, entrando e n e l dominio de la ciencia. La difusió n de l neo-positivis mo filosófico o de algunas versiones esquemá ticas de éste, contribuyó a re forza r estas te nde ncias cientifistas. No es preciso insistir e n e l importante desarro llo de las ciencias socia les positivas durante los años de la posgu e rra, especialmente bajo e l influj o de la ciencia política norte ame ricana 11 5• Desde el punto de vista metodológico, la llamad a " revolución behaviorista" fue conside rada como un paso definitivo «en e l proceso de conve rsió n de la ciencia política de cie ncia sintética e n ciencia pura » 11 6• Algunos científicos sociales creyeron haber descubie rto e n la conducta obse rvable un punto de apoyo "objetivo" para esta disciplina. La influe ncia de la revolució n behaviorista e n la teo ría po lítica fue, e n op inión de sus propios protago nistas, particularme nte " intensa". La filosofía política tra diciona l pasó a ser conside rada nada me nos que como «una amalga ma asístemática (... ] de la historia de las ideas», o bie n, de forma a lgo más piadosa, como «ape nas algo más que una serie de reflexiones acerca de las instituciones humanas e n gene ra l» 117 . La te nde ncia predominante tra taba de reemplazar la filosofía po lítica por una teo ría gene ra l «orientada e mpíricame nte » que ~udi e ra ofrecer «una teoría siste má tica del compo rta mie nto político» 1 8, de manera que la cie ncia política se dirigía «hacia su concreción como disciplina analítica» 119•

La disolución de la filosofía po lítica tradicional, con su caracte rística dime nsión prescriptiva e ideológica, fue conso lidándose e n las décadas posterio res a la gue rra. El á mbito de la teoría po lítica quedó reducido e nto nces al estudio de las técnicas o los me dios más adecuados para la obte nció n de los objetivos fijados. «C uando se está de acuerdo m Una de las primeras referencias de Boss1o a estas cuestio nes se encuen tra en una nota sobre la obra de Bernard CRICK, The American Science of Politics. BOBBIO sugería entonces la diferencia entre «la ingenuidad cientifista de l empirismo integral>> y «aquello que hay de sano y de útil en la tendencia hacia un conocimiento particularizado, controlado y ordenado del fenómeno del poden> ; N. Bosa1o, >, en Rivista di filosofia , núm. 4, 1960, p . 486. Con carácter general puede consultarse W. J. M . MACKENZIE, «La ciencia política», en J . PIAGET y otros, Tendencias de la investigación en las ciencias sociales, Madrid, A lianza, 1982, pp. 439-528 (ed. original 1970), así como, ent re otros, R. D AH L, A nálisis político actual, Buenos Aires, Eudeba, 1985 (ed. original de 1963), y G. PASQUINO, «Naturaleza y evolución de la discipl ina», en YVAA, Manual de ciencia política, G. PASQUINO (comp.), M adrid, A lianza, 1988, pp. 15-35. 116 D. EA~TON, , Political Science Quarterly, nú m. 3, 1973, pp. 462-476. 187 Cfr. N. BoBBIO, Le origini del giusnaturalismo moderno e il suo sviluppo nel seco/o XVII, Padova, Litografía Tagliapietra, 1946; N. Boosro, 11 diritto natura/ene/ seco/o XVIII, Torino, Giap· pichelli, 1947. 1118 Cfr. N. BoBBIO, «Premessa>> (8956), en Thamus Hobbes, cit., pp. x y xr. Estas orientaciones metodológicas estaban ya suficientemente perfiladas desde los años sesenta, cuando BosBJo se declaraba ajeno al «espejismo» de la contextualización histórica e interesado por el descubrimiento de «los temas fundamentales», >, en VVAA, The nature of política/ theory, Oxford, Clarendon Press, 1984, pp. 75-101. 33 N. Boomo, «La Po litica» (8732), en La societa contemporanea, cit., p. 567. El uso del término , e n Nuova Antologia, fase. 2142, 1982, pp. 68-80. 40 Aunque e l mé todo propuesto por BollBIO no deja de ser " realista", reconoce que la moderna noción de lo político pasa por una noción como la de Estado, que tie ne una prioritaria dimensión jurídica y, por tanto, normativa. Ello refuerza la idea de la necesaria convergencia e ntre teoría jurídica y teoría política (cfr. supra. cap. 2.0 , ap. vt). La teoría del poder, a caballo e ntre la perspectiva jurídica y sociológica, es un buen índice para valo rar e n concreto e l peso de estas categorías "jurídicas" en su pensamiento político. Cabe afirmar, por otra parte, que e l contenido de la " teoría política" es más amplio que e l de la tradicional " teoría general de l Estado". Esta última, en sus dos corrientes principales, una de o rie ntación "sociológica" y otra bá icame nte "jurídica", parece tener como objeto preferente de estudio las iiiStiruciones, o en todo caso, las fo rmas de Estado y de Gobierno. Puede comprobarse esta difere ncia consultando los clásicos G. J ELLtNEK, Teorfa General del E\-rado, trad. F. DE LOS R tos, Bue nos Aires, 198 1; H. KELSEN, Teorfa General del Derecho y del Estado, cit.; H. HELLER, Teorfa del Estado, trad. E. tEMEYER, México, FCE, 1942, especialmente pp. 38 ss.; M. KRIELE, lmroducci6n a la Teorfa 38

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Tomando como punto de partida un análisis de tipo sociológico o descriptivo, BoBBIO había indicado tres dimensiones del poder según éste fuera conside rado como «una cosa que se posee y se usa», como «capacidad del sujeto para obtener determinados efectos», o bie n como «relación entre dos sujetos, el primero de los cuales obtiene del segundo la realizació n de un determinado comportamiento». Ya en 1966 utilizaba la distinción entre teorías objetivistas, subjetivistas y relacionistas del poder, y estudiaba numerosos ejemplos, desde H oBBES y LocKE hasta R ussELL y los auto res behavioristas. La perspectiva relacionista de estos últimos le parecía la más adecuada para caracterizar, desde un punto de vista "objetivo", las formas de condicionamiento de la conducta autónoma 4 1• P ronto, sin embargo, esta perspectiva sociológica mostraría sus limitaciones porque, según decía el propio Bosmo, no alcanzaba a «identificar el poder político entre todas las demás formas que puede asumir la relación de poder» 42 . Era preciso volver la mirada hacia los diversos autores clásicos que, aun «con infinitas variaciones», se habían ocupado de este tema. La primera de las tipologías clásicas sobre las formas de poder se remonta a ARISTÓTELES y se basa en la clasificación de las diferentes formaciones sociales, la familia, la economía y la polis. E l modelo se mantuvo constante hasta que LocKE, abandonando la distinció n entre poder paternal, poder despótico y poder político, estableció la tipología que iba a ser dominante en la época moderna 43 . E l criterio distintivo pasó a ser el fund am ento que sostiene la obligación de obediencia, de manera que sólo se consideraba del Estado, trad. E. BuLYGIN, Buenos Aires, Depalma, 1980; K. LoEWENSTEI N, Teoría de la Cons· titución, A. ÜALLEGO ANABITARTE (ed.), Barcelona, A rie J, 1983. 41 Cfr. N. Bo smo, «S tato, pote re, governO>> (8151), e n Stato, governo, societii, cit., pp. 66-68. Cfr. también N . BOBBIO, 1/ problema del potere (66 15), cit., cap. 1° , «La natura del pote re>>. Ya en aque l texto, luego supe rado y abandonado, se refería Bo BBIO al valo r científico de estas teorías: «La teoría relacionista es dominante no porque sea la única inte rpre tación posible para compre nde r e l concepto de poder, sino porque es la más adecuada para compre nde r dicho fenóme no e n el marco de la c ie ncia socia l y política. Tiene una particular esfe ra de validez que es, precisamente, la esfera bien deli mitada de las ciencias sociales y de aque llo que es su objeto propio , e l campo de la realidad social»; ibídem, p. 38. 42 N. BoBBIO, «Stato, pote re, gove rnO>> (8 15 1), e n Stato, govemo, socielii, cit., p. 68. Vé ase el texto correspondie nte de 1966: >, e n VVAA, lltrauato segreto, P. Futs (ed.), Padova, Cedam, 1990, pp. 16-31. 49 N. Boooto, «S tato, pote re, governo» (815 1), en Stato, govemo, societa, cit., p. 70. 50 Ibídem., p. 70. En e l mismo trabajo de 1966 que ha sido citado ya e n estas páginas, BoBBIO mencionaba los dos atributos tradiciona les de l pode r soberano , la exclusividad y la totalidad. El primero debe ser reconducido a l monopolio legítimo de la fuerza. E l segundo, que expresa e l rasgo de la efectividad de l poder político, su capacidad para ejercer un poder, no sometido a ninguna otra voluntad supe rior; cfr. N. Boosto, 11 problema del potere (66 15), cit., 48

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político es, e n este sentido, poder efectivo y supremo o, como en WEBER, aquel po de r que efectivame nte es reconocido como tal. En este terre no, el realismo de BoBBIO se distancia de aquellas filosofías de la historia q ue pre te nden e ncontrar líneas de evolución necesaria e n el desarrollo de las form as políticas y a la vez también de aquellas teorías q ue ocultan la irracionalidad de las d iversas formas de domin io e ntre los hombres. La idea del "Estado confo rme a razón" y de " p rimacía y a utono mía de la política" corren paralelas, según BoBBIO, desde MAOUIAVELO hasta H EGEL, atravesando la histo ria de la d ifere ntes doctrin as iusnaturalistas 51• «E l Estado -escribe sintéticamente- se concibe como producto de la razón o como sociedad racional, la única e n la que el hombre p uede desarro lla r una vida conforme a la razón, es decir, conforme a su naturaleza» 52 . Esta ideología habría sido esencial en las doctrinas iusnaturalistas y e n todas sus variantes modernas 53 . Hab ría llegado así hasta HEGEL, do nde el proceso de racionalización habría alcanzado su "sublimación", su más pp. 70 y 7 1. En fecha más cercana retoma estas ideas: >; N. Bo BBIO, Liberalismo e democrazia (8520), cit., p. 27. 171 La doctrina liberal no podrá acepta r nunca, según Bo smo, la máxima de la igualdad de todos «respecto de la totalidad (o casi totalidad) de los bie nes y ma les respecto de los cua les los ho mbres habrían de se r igualeS>>. El libera lismo aspira , po r tanto, a la igualdad de todos, pero no e n todo (o casi todo), «Sino sólo en a lguna cosa>>. Las dos esfe ras de igua ldad compa tibles con la doctrina libe ra l son, como ya he mos d icho , la igua ldad ante la ley y la igua lda d e n los de rechos; cfr. . BoBBIO, «Igualdad>> (77 15), e n Igualdad y libenad, c it., pp. 89 ss. 172 «Lo que po de mos esperar de l desarro llo de los dos tipos de régime n [libera l y socia lista ] no es una síntesis defin it iva, sino todo lo más un compromiso (es decir, una síntesis, sí, pe ro provisiona l)»; N. Bo aato, ; N. Bousto, «S ulla nozione di giustizia>> (8538), en Teoria politica, cit., p. 19. 173 N. Bo BBIO, «Igualdad y dignidad d e los ho mbres>> (6301 ), e n El tiempo de los derechos, c it., p. 47.

ELEMENTOS PARA UNA TEOR ÍA POLÍTICA

C)

XI.

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Tres ideales políticos DEMOCRACIA

E l análisis de BoBBIO de los principios de justicia e igualdad no nos ha propo rcio nado todavía una verdadera teoría filosófica de la justicia. Ha proporcionado tan sólo algunos límites conceptuales para la posterior determinació n de los principales valo res políticos. E l caso de la libertad, que será tratado a continuación, es e n cierta medida diferente, pues no tiene esa dimensión formal que caracterizaba a las nociones anterio res y resulta inmediatamente relevante en una COJ}cepción de la justicia 174 . E n señaladas ocasio nes BoBBIO ha definido su propia posició n ideológica por la indisoluble conexió n entre democracia, derechos del hombre y paz. Puede resultar extraño quizá que en esta síntesis no aparezcan referencias expresas ni a la libertad, ni a la igualdad, ni a la justicia (según el antiguo lema liberal-socialista de «Giustizia e Libertil>> ). No faltan, sin embargo, razones que explican esta ausencia. Por lo que respecta a la igualdad, ésta se presenta siempre como igualdad en algo, y principalmente como igualdad en la libertad. La libertad, en segundo lugar, es un valor que se encuentra implícito en la lucha por la democracia y los derechos humanos, en su do ble vertiente de la libertad positiva y negativa. La paz, por último, o mejo r, la no-violencia, puede ser interpretada como ideal o como meta de un orden político justo. Democracia, derechos del ho mbre y paz configuran así una auténtica "teoría de la justicia" y constituyen los tres ideales básicos del pensamiento político de nuestro autor. Para exponer las principales tesis de BoBBIO sobre el "ideal" democrático será oportuno recordar la secuencia que, desde la libertad positiva, conduce hacia la autonomía y hacia la democracia como form a de Gob ierno. Ya desde el comienzo de los años cincuenta, cuando aún estaba viva la batalla ideológica del "azionismo" y la polémica con los defensores del comunismo, nuestro autor había emprendido la tarea de clarificació n de los diversos usos del término libertad (sobre todo en su relación con la democracia) y había expuesto la diferencia entre sus dos formas tradicionales 175• Junto con la clásica distinció n 174 A diferencia de la noc1on de igualdad que, desde un punto de vista analítico, tenía un carácter esencialmente indeterminado, el aná lisis de la noción de libertad se enfrenta con el problema "sustantivo" de la diversidad de sus interpretaciones y significados; ello no supone un obstáculo definitivo que impida la identificación de uno o de varios conceptos " descriptivos" de libertad social; cfr. N. Boou10, (6002), e n Estudios de histo rin de la jilosojia, cil., pp. 197-2 10. Me rece ser recordada asimi mo la po lém ica mantenida en e l a ño 1967 e ntre Ü PPENHEIM, ScARPEU.I y Bouu10 acerca de los e le me ntos descriptivos y prescriptivo en la noción de libe rtad ; cfr. . Boomo, «Liberta come fatto e come valore», en Rivista di Filosojia, núm. 3, 1965, pp. 335-339. 176 Sin aparta rse de la o pinión común, BomJIO e nt ie nde por libertad negativa «la situació n e n la cual un suje to tiene la facultad de ob rar o de no obrar, sin ser obligado a ello o sin que se lo impid an o tros suje tOS>>, y por libertad positiva, «la situació n e n la que un sujeto tie ne la posibilidad de o rie ntar su vo luntad hacia un objetivo, de to mar decisio nes sin ve rse dete rminad o por la vo luntad de otros». Este último aspecto de la libe rtad indica «la presencia de [... J un atributo específico de mi voluntad , que es prcci amente la capacidad de moverse hacia un objetivo sin ser movido>>; . Bo BBIO, «Libertad » (7922), e n Igualdad y liben ad, cit., pp. 97 SS. 177 En este sentido , «po r libertad se entiende la e lim inació n de la desigualdad de pode r, esto es, aquella condició n en la que todos los mie mbros de una sociedad se conside ran libres porque tie ne n igual pode n>; N. Bo BBIO, >, e n VVAA, La dichiarazione universo/e dei diritti dell'uomo, To rino, Plinio Caste llo, 195 1, pp. 53-70. 213 Vé ase, e ntre otros, e l siguie nte texto: «En sede histórica soste ngo la tesis de que la afirmación de los de rechos huma nos de riva de un cambio radical de pe rspectiva, característico e n la form ació n del Estado mode rno, sobre la re presentació n de la re lació n política, es decir, sobre la re lac ió n Esta do-ciudadano o o bcrano-súbdito, re lación que es o bservada cada vez más desde e l punto de vista de los ciudada nos y de los súbditos, ante que desde e l punto de vista de los pode res de l soberano, e n correspondencia con una visió n individua lista de la sociedad, según la cual para compre nde r la sociedad es necesario partir de la base, es decir, de los individuos que la compone n, e n oposición a la tradicional concepció n orgánica, según la cual la sociedad como un todo está antes que los individuos»; N. Boomo, >; ibidem, p. 125. 215 (6426), en El tiempo de los derechos, cit., pp. 55 ss. 217 «La expresió n derechos del hom bre, que es cie rtame nte, aunque o portuname nte, e nfática, puede llamar a e ngaño , po rque hace pensar en la existencia de derechos pe rtenecientes a un hombre abstracto y, como tal, sustra ído al fluir d e la historia, a u n hombre ese ncial y ete rno de cuya co nte mplac ión de rivamos el conocimie nto infalibl e de sus derechos y de beres. Hoy sabe mos que tambié n los de rechos llamados humanos no son producto de la natu raleza, sino d e la civilizació n hu mana; en cua nto derechos h istóricos son mutables, esto es, susceptibles d e transfo rmación y ampliació n»; N. 6 0131310, «Presente y porve nir de los derechos humanos» (6810), e n El tiempo de los derechos, cit., p. 70. 218 A propósito de l de rech o al trabajo, trad iciona l re ivindicació n de los movimie ntos socia· listas, B oBBIO escribe: > (7509), e n JI problema del/a guerra e le vie del/a pace, cit., pp. 168 ss. 229 En nume rosas ocasiones Bo ss1o ha criticado e l conce pto de política que aparece en la obra de Carl SCJ-IMITI; cfr., por ejemplo, N. BollBIO, «CongedO>> (8609), e n VVAA, Per una teoria genera/e del/a politica. cit., pp. 249 y 250. 2.30 Sobre el concepto de "vio le ncia", cfr. N. BOBillO, «Una societil no nvio lenta?» (8209), en // terzo assem e, cit., pp. 150 ss.

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condición histó rica presente se caracteriza por la caída de esas explicaciones teleológicas de la histo ria. Por esta razón, viene a decir BoBBIO, e n nuestro tie mpo no podremos justificar ya la gue rra sobre la base de ninguna " metafísica". Ya no podemos decir que la guerra es un bien o un mal necesario po rque pro mueve o restablece la justicia (como hacía la tradició n iusnaturalista), porque a través de ella se man ifiesta la razón e n la histo ria (como, po r ejemplo, hacía H EGEL), porque es ca uce para e l progreso moral de la humanidad (como sostenía una determinada escuela liberal), o, fi nalmente, porque es un hecho necesario para la evolución de nuestra especie (como podía pensar el positivismo darwinista) 23 1. E l ideal de la no-viole ncia se re nueva a partir de l fracaso de las diversas fi losofías progresivas de la historia, trayendo, paradójicamente, un progreso decisivo en la historia de la humanidad. Su importancia creciente e n el contexto de las ideologías con te mpo ráneas deriva de la ausencia de cualquier legitimación fUerte de la guerra (un argumento análogo po d ría valer, po r cierto, e n re lación con la no-violencia y la tolerancia como fundamento de la democracia). Reconocida esta circunstancia decisiva en el pe nsamie nto político conte mpo ráneo, será posible, con BoBBIO, identificar un primer nivel no rm ativo en el que el recurso a la violencia se justifica en funció n de la existencia de crite rios "positivos", de reglas "cie rtas" q ue regulan las condiciones de ejercicio de la violencia misma. En este nivel se sitúa la irresistible tende ncia hacia la juridificació n del conflicto po lítico y del ejercicio de la fue rza, según el principio del §obierno de las leyes, tanto en el nivel interno como en el externo 23 . En virtud de este proceso de racionalizació n e n el uso de la vio lencia podemos hoy hablar (sin recurrir, repito, a ningún criterio "metafísico") de legalidad y de legitimidad e n el ejercicio de la fu erza (de nuevo, tanto en el caso del poder estatal como en el internacio nal). En un segundo nivel, en cambio, el antagonismo po lítico manifiesta su carácter radicalmente conflictual, aje no a cualquier límite " normativo". Así, po r ejemplo, en 23

' Las dife re ntes justificaciones históricas han sido clasificadas por Bo smo según si en ellas se establece la d istinción entre gue rra justa e injusta, o bien se concibe la guerra como un mal apare nte o como un mal necesario; cfr. . Bosmo, «11 proble ma della gue rra e le vie della pace» (6616) y «Diritto e gue rra» (6503), ambos incluidos en 11 problema del/a guerra e Le vie del/a pace, cit., pp. 5 1 ss. y 172 ss., y . Bo BBIO, «Filosofia della gue rra nell'e ra atom ica ~ (6505) y «Non uccide re» (611 7), en llte1w assente, cit., pp. 3 1 ss. y 139 ss. 232 La crisis del iusnaturalismo había acompañado el fin de las tradicionales teorías de la gue rra justa. «Aplicado al derecho de gue rra -explica Bo BBio- el método positivista llevaba a la siguie nte constatación : en la guerra los Estados se comport an entre sí como si de hecho no existie ra ninguna regla ge neralmente aceptada para difere nciar las gue rras justas de las injustas. E n otras palab ras, lo Estados conside ran que la gue rra sie mpre es justa»: . Boi3BIO, «11 problema della guerra e le vie della pace» (66 16), e n 11 problema del/a guetra e le vie del/a pace, cit., pp. 63 ss., y . Boumo, «La nonviolenza e un 'alte m a tiva?» (7535), e n 11 problema del/a guerra e le vie del/a pace, cit., pp. 197 ss.

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los casos en que surge la violencia revolucionaria como subversió n de un orde n de normas que se considera injusto 233 • Y , sobre todo, e n el caso de la gue rra ató mica, de la gue rra e n los tiempos e n que la hipótesis hobbesia na de destrucció n de la humanidad ha llegado a ser una a me naza real, la ideología de la no-vio le ncia podrá mostrar sus argumentos 234 • El planteamiento de BoBBIO e n este punto sólo puede ser interpretado e n los té rminos de su particular "filosofía" de la histo ria. Como ha explicado e n num e rosos lugares, diferentes imágenes ilustra n la cond ición del hombre e n la historia: la imagen de la botella que tie ne una única vía de salida, que el hombre descubre utilizando su razón; la imagen de la red que, por el contrario, sólo se abre cua ndo el fin es ya inmine nte, y la del laberinto 235 . Quie n se encue ntra e n un laberinto -continúa BoBBio- sabe que existe una salida, a unque no sea posible conocer, e n cada momento, cuál de las dife re ntes vías que se presenta n conduce hacia ella. La primera de estas tres imágenes es difícilme nte sosten ible sin caer e n una concepción metafísica de la historia. La segunda, aunque posible, resulta difícilmente aceptable, pues implica la resignada aceptación del fin de la civilización humana. La experie ncia del hombre conte mpo ráneo a nte las manifestaciones de la violencia absoluta deberá ser interpretada e nto nces desde la imagen del laberinto. «La única cosa que el hombre del laberinto puede a pre nder de su experie ncia -escri be BoBBIO- [... ] es que existen vías que no tie ne n salida: la única lecció n del labe rinto es la lecció n de las vías sin salida» 236 • Una de estas vías sin salida es, por eje mplo, la vía de la esclavitud. A lo largo de muchos siglos pudo parecer impom Cfr. N. B OLIBIO, «Diritto e guerra» (6503), en 11 problema del/a gue"a e le vie del/a pace, cit., pp. 106 ss. 234 La gue rra atómica re presenta un «eve nto final e n la historia humana», que •>; N. Bouuro, (7855), en Le ideologie e il potere in crisi, cit., p. 137. m Entre los muchos textos que podría n ser citados aquí véase e l siguiente: «Si hasta hoy la vía democrática no ha te nido como resultado la transformación de la sociedad capitalista , sino su correcció n, te nd rá que haber a lguna razón. Pro bablemente una de esas razones se encue ntra e n las de ficie ncias de l medio, es decir, de las instituciones existentes y funcionantes e n los países q ue cue ntan con una la rga tradición de gobie rno democrá tico, o e n su mal uso. Y si, como creo, esto es así, e l primer proble ma que un partido socialista de mocrá tico debe afront ar es e l de persevera r con mayor ímpe tu y con mayor e ficacia en la vía de mocrática, sin perde rse en la búsqueda de una te rcera vía e ntre la revolucionaria y la democrática, que hasta e l mome nto nadie ha conseguido e ntender>>; ibídem, p. 136.

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Los escritos políticos de BoBBIO en torno a 1980 reflejan su especial interés por las perspectivas futuras de este proceso de democratización. La apuesta era suficientemente clara: si la completa extensión del sufragio y la progresiva juridificación de los órganos estatales ha permitido agotar la democratización del poder político, sería deseable ahora introducir nuevos mecanismos de participación democrática en "otras sedes" no específicamente políticas en las que se toman decisiones que, de hecho, condicionan el desenvolvimiento de la autonomía individual 276• Se pasaría entonces «de la democratización del Estado a la democratización de la sociedad» 277 • De esta forma, y por las razones que se mencionaban más arriba, el futuro de la democracia, si entendemos que el "futuro" debe ser algo diferente a una eterna conservación del "presente", terminaba por coincidir con el futuro de la izquierda política. En efecto, aunque democracia y socialismo " posible" se sitúan en ámbitos diferentes (la primera es una forma de gobierno; el otro, un ideal político), sí comparten la tendencia hacia la progresiva liberación e igualación de los hombres. De hecho, consistentes dimensiones de igualdad ("imperfectas" y "formales", pero seguramente "reales") se han alcanzado ya en la democracia actual. Esta afirmación no pretende en absoluto ocultar el hecho de que cualquier análisis mínimamente "objetivo" del mundo que vivimos pone de manifiesto muy relevantes formas de poder que todavía no son igualitarias, en parte en el campo político, pero sobre 276 Ya e n el año 1976, e n los úllimos compases del debate sobre socialismo y marxismo, y sobre la noción de pluralismo, Boumo se refería a la democratización de la sociedad e n los siguie ntes té rminos: >; N. BoBBIO, , tendría, e n opinió n de nuestro autor, inevitables consecue ncias totalitarias. En este sentido escribe: . Así pues, concluye Boooto: «[... ) El ciudadano to ta l y el Estado total son las dos caras de una misma medalla, porq ue tienen en común (... ) el mismo principio: que todo es política, y, por eso, reducen todos los inte reses de l hombre a inte reses de la polis, con su politizació n integral, su disolució n en e l ciudadano, la comple ta asimilació n de la esfera privada a la esfera pública, y así sucesivame nte>>; N. BOilBIO, «De mocrazia rappresenta tiva e de mocrazia dire tta>> (7813), e n 11 fU/uro de/la democrazia, cit., pp. 34 ss. La idea de una nueva fase e n la evolución histó rica de la democracia, caracterizada por una participación creciente, había sido divulgada en los años sete nta e n C. B. MACPHERSON, La democracia liberal y su tiempo, trad. F. SANTOS FoNTELA, Madrid, Alianza, 1982. Sobre éstos y o tros " modelos" de democracia panicipativa, cfr. D. H ELD, Modelos de democracia, trad. T . ALBERO, Madrid, A lianza, 1992, especialme nte caps. 7, 8 y 9. E n la bibliogra fía espatio la, véan e A. Ru1z MIGUEL, «La te oría política del optim ismo obsesivo: C. B. MacPherson>>, Sistema, núm. 52, 1983, pp. 45-63; E. D IAZ, De la maldad estatal y la soberanía popular, Madrid, Debate, 1984, pp. 2 19 ss., y E. FER· NÁNDEZ Ü ARCíA, Teoría de la justicia y derechos humanos, Madrid, Debate, 1984, pp. 204 ss.

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Por otra parte, el futuro de la democracia se encuentra condicionado por diversas "paradojas", "obstáculos" y "dificultades" 281• Y pudiera ser incluso, piensa BoBBIO, que nuevas " promesas" acaben convirtiéndose, una vez más, en "ilusiones" y "esperanzas" destinadas a quedar incumplidas 282 • Entre los obstáculos actuales hay algunos que afectan a cualquier otra forma de Gobierno, mientras que otros son específicos de la democracia. E ntre ellos señala Boss 1o los problemas de la siempre mayor opacidad de los lugares en los que se ejerce el poder real, tanto el poder político como el económico. E n el ámbito internacional la capacidad cada vez mayor del poder de eludir las diversas formas de control previstas para garantizar su transparencia puede poner en peligro la propia subsistencia de las democracias nacionales 283 • Señala además el aumento progresivo del aparato burocrático, que tiende a convertirse en un poder autónomo y a eludir los diversos mecanismos de control jurídico. Y, por último, el fenómeno de la privatización de lo público (que enlaza, como vimos en su momento, con un proceso opuesto aunque convergente de publificación de Jo privado) que aquí genera confusiones entre el espacio del poder público democrático y del poder privado. Mientras no sea posible redefinir una nueva frontera entre lo público y lo privado, que se encuentre en consonancia con nuevos ideales compartidos de justicia, seguramente no será posible resolver la tensión cada vez más fuerte entre Derecho y mercado, entre voluntad individual e interés colectivo, entre capacidad de orientación política y control de los poderes privados. Esta serie de cuestiones puede ser interpretada también desde la perspectiva de la autonomía del poder político democrático y de sus límites. Así, recientemente, BoBBIO ha tenido ocasión de referirse a la aparición de ámbitos de poder que representan nuevas e imprevistas amenazas a la libertad, nuevas formas de "heteronomía" que escapan 281

U na prime ra refe re ncia a este tema se e ncue ntra ya e n N. BoBBIO, «D emocrazia socialista?>> (7642) y (7521) , e n Qua/e socialism o?, cit., p p. 17 ss. y 45 ss., respectivamente. Consúltese ade más N. BoBBIO, (8405), e n N. BOBI.IIO, G. PoNTARA y S. V ECA, Crisis de la dem ocracia, trad. J. MARFÁ, Ba rcelo na, Ariel, 1985, pp. 13 ss.; N. Bof.IBIO, >, e n Rivista di filosofia, núm . 3, 1936. [3701] «Dietrich van Hildebrand», e n Rivista di filosofia, núm. 4, 1937. [3801] «Edm und Husserl», en Rivista difilosofia, núm. 4, 1938. [3804] «Una nuova rivista di filosofía», e n Rivista di filosofia, núm. 2, 1938. [3805] «La pe rsona e la societa», separata de losAnnali della Facolta giuridica dell'Universita di Camerino, vol. xn, Napoli, E. Jovene, 1938. [3806] L a persona nel/a sociología contemporanea, Torino, Tipografía Baravalle e Falconieri, 1938. [3807] «La personalita di Max Sche ler>>, en Rivista di filosofia, núm. 2, 1938. [4003] «Husserl postumo», en Rivista di filosofia, núm. 1, 1940. [4101] «La filosofía de ll'esistenza in Ita lia», en Rivista di filosofia, núms. 1-2, 1941. [4103] «Persona e societa nella filosofí a de ll'esistenza», en Archivio di filosofia, fase. 3, 1941. (4105] «Temí della fi losofía esiste nziale (1). L'alternativa», en Rivista di filosofia, nú m. 4, 1941. Se indican a continuación exclusivamente los escritos de Bobbio que aparecen citados en el presente trabajo. Las cifras que aparecen entre paréntesis corresponden a la numeración establecida en la Bibliograjia degli scritti di Norberto Bobbio (1934-1993), preparada por Cario Violi ( Ro ma-Bari, Laterza, 1995).

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