La tarjeta postal: de Sócrates a Freud y más allá

Tú sitúas el tema del libro: entre correos y movimiento analítico, principio de placer e historia de las comunicaciones, tarjeta postal y carta robada, en resumen la transferencia de Sócrates a Freud y más allá. Esta sátira de la literatura epistolar debía rellenarse: de direcciones, de códigos postales, de notas cifradas, de cartas anónimas, todo ello confiado a tantas modas, géneros y tonos. Prodigo también abusivamente fechas, firmas, títulos o referencias, la lengua misma. (J.D.)

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traducción de. Envíos

HAYDÉE SILVA traducción de Especular - Sobre "Freud" El carterff de la verdad y Del todo TOMÁS SEGOVIA

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LA TARJETA POST AL De Sócrat es a Freud y más allá

por JACQU ES DERRIDA

))((1 siglo veintiuno editores ·

de c.v. siglo véintiuno editores, s.a. MÉXIC O, D.F.

COYOACÁN, 04310, CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN

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·que otorg an esta obra recibi ó el apoyo a la u·adu cción

la emba jada de francia en méxico

y el minis terio franc és de la culturn.

porta da de patricia reyes baca prim era edici 6n en españ ol, 1986

segun da edición en español, aume ntada , 2001 © siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 968-23-2299-5

prim era edici ón en francés, 1980

© librai rie flamm arion , patis. freud et au dela titulo origin al: la carte postale. de socrate a derec hos 1·eservados confo 1me a la ley made in mexico impre so y hecho en méxic o / print ed and

ÍNDICE

9

ENVÍOS NOTA DE LA TRADUCTORA

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PRÓLOGO

13

ESPECULAR - SOBRE "FREUD"

243

NOTA DEL TRADUCTOR

245

l.

249

ADVERTENCIAS

La atesis, 249; Nos escribo, 262; Unos dos tres - la especulación sin término, 271 2.

279

LEGADO DE FREUD

El "mismo techo" de la autobiografía, 279; El conjunto de las interpretaciones, 291; "Continúa la sesión" (Retorno al remitente, el telegrama y la generación de los yernos}, 303

319

3. LA -PARAUSIA

La zona, el correo, la teoría portadora ·del nombre, 319; Correos de la muerte, 333; Tráfico de herencia: la deuda de Platón, 347

4. SlfiE: POST·SCRIPTIJM Lo insaldable - efecto de postas, 365; Platón detrás de Freud, 472; Forl Da, el ritmo, 382

365

EL CARTERO DE LA VERDAD

387

Pretextos hurtados, 389; La demasiada evidencia o la falta en su lugar, 395; Punto de vista. La verdad en (el) lugar de la se-

[7]

8

ÍNDICE

xualidad femenina, 416; Primer segundo. La verdad de la carta de mano de Freud, 427; El lugar de encuentro: el doble cuadrado de reyes, 453; El lugar de encuentro. La carta robada, 455 DEL TODO

487

.)



.

HAYDÉE SILVA

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PRÓLOGO

Podrían ustedes leer estos envíos cual si se tratara del prefacio para un libro que nunca escribí. Hubiera estado dedicado a lo que va de las y los postes [''j;osta'; "correo•: "puesto", "partida presupuestat•: "aparato': "cabina", "caseta", "estación", "oficina': "surtidor"... } al psicoanálisis. Hubiera sido menos un intento por psicoanalizar el efecto postal que un afán de remitir un acontecimiento singular, el psicoanálisis freudiano, a una historia 'y una tecnología de lo posta~ a cierta teoría geng(!l del enví'!___J de todo aquello laue preieriile destinarse, independientemente de la tilecomunzcaczon a que se recurra. . Las tres ú./timas partes del presente libro, "Especular - sobre 'Freud •~ "El cartero de la verdad'; "Del todo", difieren entré sí por las dimensiones, la circunstancia o el pretexto, el modo o las fechas. Pero conservan en la memoria este proyecto, e incluso en ocasiones lo exhiben. Respecto de los Envíos mismos, ignoro si su lectura resulta soportable. Podrían ustedes ver en ellos, si gustan, los restos de una correspondencia recientemente destruida. Por fuego o por lo que en una figura hace las veces de él: es más seguro para no dejar nada fuera del alcance de la que me place llamar lengua de fuego, ni siquiera /.a ceniza si es que hay ceniza. . Excepto - una oportunidad. Una correspondencia, es mucho decir, o poco decir. Quizá no lo fue (pero sí más o menos) ni correspondió mucho. Queda todavía por decidir. Hoy, siete de septiembre de mil novecientos setenta y nueve, ya sólo quedan envíos, nada más qµe envíos y entre ellos lo que fue perdonado o, si lo prefieren ustedes asl "salvado• (oigo desde aquí murmurar "acusado", cual si se tratara de_un acuse de recibo), obedece a un principio de selección sumamente extraño y q'U,l! yo, por mi parte, sigo juzgando discutible todavía, como de hecho pueden serlo en toda ocasión el cuadro, la criba, la economía de /,a clasificación, sobre todo cuando están destinados a conservar, por no decir a archivar. En suma, estrictamente hablando, no apruebo ese principio, sin cesar lo denuncio y /.a reconciliación al respecto es imposible. Ya se verá cuánto insisto sobre el tema cot1.forme avanzo. Pero tuve que ceder, y a ustedes les corresponde decirme por qué. A ti, para empezar: sólo espero una respuesta y a ti te toca. Así ocurre con el apóstrofe. El apóstrofe es también un género que uno puede imponerse. Un género y un tono. La pal.abra -apóstrofe- habla de la palabra dirigida al (o a la) único(a), de la interpel.ación viva ( el hombre de discurso o de escritura interrumpe el encadenamiento con(13]

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PRÓLOGO

tinuo de la secuencia, con un solo giro se ·vuelve hacia alguien, o incluso hacia algo, se dirige a ti) pero la palabra expresa también la habilidad para desviar. ¿Pasar por la criba el faego? No renuncié a ello, tan sólo a hacer justicia o dar razón.

En ciertas épocas, sin embargo, intento explicarme, hago comparecer un procedimiento, la manipulación, ciertas técnicas: contrafuegos, voces

extintas, nieve carbónica_ Sucedió en febrero de 1979 (de donde las cartas 4, 5 y 6 conservan la exposición de algunos instrumentos), en marzo y abril de 1979 (se hallarán instrucciones en las cartas de los días 9 y 15 de marzo, algo más razonadas) y,finalmente, los días 26 y 31 de julio del mismo año. En nombre del aprecio que todavía le tengo, tomo entonces las debidas precauciones ante la impaciencia del mal lector: llamo o acuso así al amedrentado lector, al que le úrge determinarse, el que está decidido a decidirse (para anular, es decir, atraer hacia s~ se pretende de esa ma-

nera saber de antemano a qué atenerse, se pretende atenerse a lo sucedido, se pretende atenerse). Ahora bien, es malo, no conozco otra definición de lo malo, es malo predestinar su lectura, siempre es malo presagiar_ Es malo, lector, no gustar de volver sobre sus pasos_ Ináependientemente de sus dimensiones originales, los fragmentos

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desaparecidos se hallan señalados, en el lugar mismo de su incineración,

por un espacio en blanco de 52 signos y acerca de tal extensión de la superficie destruida, un contrato establece que por siempre seguirá siendo indeterminable. Puede tratarse de un nombre propio o de un signo de puntuación, del apóstrofe apenas que sustituye la letra elidida, de una palabra, de una sola letra o de varias, puede tratarse de frases breves o muy largas, numerosas o escasas, a veces en sí mismas inconclusas desde el origen. Hablo ob-

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viamente cada vez de un continuum de palabras o de frases, de signos que faltan al interior, si podemos llamarle asl de una tarjeta, de una

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carta o de una tarjeta-carta. Pues los envíos totalmente incinerados no pudieron ser indicados con ninguna marca. Había inicialmente pensa-

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do en conservar cifras y fechas, es decir lugares de firma, pero renuncié a ello. ¿Qué hubiera parecido este libro? Deseaba ante todo, en efecto, y tal fue una de las destinaciones de mi labor, hacer un libro -en parte por razones que permanecen oscuras y, creo, lo seguirán siendo siempre, en parte por razones que debo callar. tUn libro en lugar de qué? tO de quién? En lo que a los 52 signos se refiere, a los 52 espacios mudos, se tra'ta de una cifra que quise simbólica y secreta -en suma, un criptograma erudito, léase muy ingenuo, que me había costado largos cálculos. Al declarar ahora, y es verdad, lo juro, que he olvidado por completo la regla y los elementos de semejante cálculo, cual si a ellos también los hubiera arrojado al fuego, conozco de ll'nUmiano todos los tipos de reacción que eso no dejará de suscitar en~'!!! unos y otros. Podría incluso hacer una

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PRÓLOGO

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larga disertación al respecto ( en pro o en contra, con y sin el psicoanálisis) pero no es éste el lugar para ello. Digamos que de ese programa se habla indirectamente a lo largo de todo el libro. ¿Quién escribe? U quién? ¿y para enviar, destinar, expedir qué? U qué dirección? Sin el menor afán de sorprender, y de esa manera captar la atención a fuerza de oscuridad, debo decir, en nombre de lo que de honestidad me queda, que finalmente no lo sé. Sobre todo no le hubiera otorgado el menor interés a esta correspondencia y a este recortar, digo, a su publicación, si alguna certeza al respecto hubiera logrado satisfacerme. Que los firmantes y destinatarios no siempre sean visible y necesariamente idénticos de un envío al otro, que los firmantes no se confundan necesariamente co11, los remitentes ni los al suftjo voyeur ("mirón"). Etimológicamente, pourvoyeur ("proveedor") pertenece al campo semántico de "ver", mientras que dé11oyeur y fourvoyeur (neologismos que pod1ían ser respectivamente traducidos como "desviador"-'}" "extraviador") remiten más bien a "vía". [T.]

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ENVÍOS

mito que amo - a ti - por eso: dejas en mí una herida que no quiero substituir. . Y ellos creen que somos dos, anhelan a toda costa, sin saber contar, aferrarse a esa necedad. Dos, ni más ni menos. Te veo sonreír conmigo, dulce amor mío. Te envío siempre las mismas tarjetas. S. escribe sobre su pupitre de escriba medieval como sobre un falo o una chimenea. Es difícil saber si tales objetos le pertenecen pero se agita sobre su montura, con ambas manos. La izquierda, probablemente un raspador, irrita el soporte, la otra moja. Dos manos, el bloque mágico (lo destina, cual tarjeta postal, al otro viejo barbón que quiso volver a lo mismo, la anamnesis, veinticinco siglos más tarde, y que~ sin decir agua va, borra sin embargo a Sócrates de la escena del Banquete [weg! Jort!]). Borra con una mano, raspa, y con la otra raspa de nuevo, mientras escribe. ¿Dónde habrán almacenado toda esa información, todo lo que ése raspó y raspó? La cuestión ameritaría un foro abierto en le Monde. No pude contestar hace un rato, por teléfono, me duele demasiado. La "decisión" que me pides una vez más es imposible, lo sabes. Te toca a ti, te la devuelvo. Hagas lo que hagas, estaré de acuerdo contigo, y lo estaré desde el día en que quedó claro que· nunca entre nosotros ningún contrato, ninguna deuda, ninguna custodia bajo sello, ninguna memoria inclusive nos a,taría - inclusive ningún hijo. Obviamente fue también el día de la lianza más sagrada; por eso mismo, pero en el momento en que el motor daba vueltas, recuerdas, la primera velocidad ya estaba funcionando y nos miramos por la ventanilla, nos dijimos (cada quien para sí y cada quien al otro en silencio, nos lo dijimos más tarde en voz alta, tantas veces y de tantas formas) que la ausencia de memoria y la. fe sin juramento serían la suerte, la condición. Era también un juramento. Naturalmente, nunca lo acepté, ni tú tampoco, no era posible, pero aún lo deseo, lo que ama en mí, lo único que sabe amar, no hablo de los demás, lo desea todavía y con ello concuerda. Reviento, claro está, pero de otra manera sería peor todavía. Acepto, tal será mi firma a partir de ahora, pero no te preocupes, no te preocupes por nada. Nunca te desearé mal alguno,· entiende bien esa palabra letra por letra, es mi nombre, que acepto, y podrás contar, contar con él como sobre las claridades mayúsculas, viniendo de ti lo acepto todo.

8 de junio de 1977. es el nombre, como una salva de tarjetas postales, siempre la misma que arranca de nuevo, qtremando sus estrofas, una tras otra pro bando hasta ti su suerte. Apenas acabo de poner en el Univ~rsidad C

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ato ica de Chile

FACULTAD DE LETRAS 8181.lnTr:r,

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ENVÍOS

buzón la anterior, para no perderme de la recogida del correo cuando se presenta, y heme aquí de nuevo de pie escribiéndote, de pie a mitad de la calle, de pie con tanta frecuencia, sin poder esperar - y lo hago como una bestia, y en ocasiones hasta recargado en un árbol. Pero también es que me gusta escribir, a ti, de pi"e y aceptar ser sorprendido mientras lo hago, exactamente la situación que rechazo en bloque cuando se trata de escribir otra cosa, para otros y para publicarles. Y al mismo tiempo, sabes que no me gusta escribirte estos fragmentos miserables, estos puntitos perdidos en nuestro inmenso territorio, que apenas permiten verlo, imaginarlo incluso, que lo ocupan tan brevemente como el punto sobre la 1, un solo punto para una sola l, infinitamente pequeño en un libro infinitamente grande. Pero (apenas puedo soportarlo, aguantar este pensamiento con palabras) el día en que ya no sepa hacerlo, cuando ya no me dejes poner los puntos sobre mis 1es, el cielo se me caerá encima y la caída no tendrá fin, me extenderé en el otro sentido de mi soporte. Me lo dijiste un día, creo, escribo siempre sobre el soporte, directamente sobre el soporte pero también en . torno a él. Resultado previsible, lo deformo, emprendo su destrucción mientras lo muestro, a él, en el proceso de ser lo que se destruye, cae hecho pedazos, pii!ces un poco teatrales, luego se incinera ante tus ojos y ya no quedan sino tus ojos. Tú entiendes que ésa es la insoportable partición del soporte. Hay razones pará no soportarla y lo entiendo perfectamente en la medida en que soy razonable, como tú y como todo el mundo, pero justamente está en juego la razón. Bueno. Por ejemplo si escribo sobre tarjetas postales, pues escribo sobre las tarjetas postales. "Yo" empieza también por una reprosucción (mira, acabo de escribir reproSucción: ¿has notado que cometo cada vez más errOres extraños, el cansancio o la edad, a veces la ortografía se deshace, la escritura fonética vuelve con mayor fuerza, como en la guardería donde por cierto no me sucedía, sólo les ocurría a otros a_ quienes confusamente despreciaba - además de los lapsus o los "slips", obviamente). Y mediante una reproducción reproducida también en serie, siempre la misma imagen sobre otro soporte, pero un soporte idéntico, difiriendo únicamente numero. ¿Desde cuándo existe la tarjeta postal "propiamente dicha"? ¿Lo sabes? El diecinueve, necesariamente, junto con la fotografía y el timbre, a menos que ... Ganas de escribir pero primero de reunir una enorme bi0 blioteca sobre el correo, las instituciones postales, las técnicas y costumbres de la telecomunicación, las redes y las épocas de la telecomunicación a lo largo de la historia - pero justamente, la '"biblioteca" y la "histo'ria" no son acaso sino "postas", lugares de paso o relevo entre tantg_s otros, estasis, momentos o efectos de

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restancia, y también representaciones particulares, cada vez más estrechas, secuencias cada vez más cortas, proporcionalmente, de la Gran Red telemática, de la worldwide connection. ¿Qué sería nuestra correspondencia, y su secreto, lo indescifrable, en ese archivo aterrador? El deseo de vencer el principio postal: no para acercarte al fin y arrebatarte, arrebatarle al fin la victoria al alejamiento, sino para que me sea concedido, por ti, el alejamiento que me atañe. ¿crees tú que en algo nos atañe lo que sucedió entre S y p? Aparentemente, pero es tan sólo una imagen, tienen la mirada puesta en otra parte, nunca hubo lugar para nosotros en su pensamien~o.

9 de junio de 1977. Plato quiere_ emitir. Artificialmente, técnicamente, emitir simiente. Socrates, vaya demonio, empuña la jeringa. Llenar de simiente la tierra entera, enviar la misma tarjeta fértil a todo mundo. Una pancarta que. traemos en la espalda y que nunca podremos realmente mirar. Por ejemplo, a ese pobre Freud, Platón, vía Sócrates, vía todos los destinatarios que se hallan sobre el camino de Occidente, los relevos, los recaderos, los lectores, los copistas, los archivistas, los guardianes, los profesores, los escritores, los carteros, pues, Platón le cuelga su pancarta y Freud la trae en la espalda, ya no puede deshacerse de ella. Resultado, resultado, pues no es tan: sencillo y lo-demuestro-en-mi-libro, Platón es entonces el heredero, para Freud. Quien finalmente le hace a Platón casi la misma-jugarreta que éste le hizo a Sócrates. A eso le llamo yo una catástrofe. /

9 de junio de 19 77. alejarme para escribirte. Si ahora te envío siempre la misma tarjeta, e~ porque con gusto me moriría, me encerraría por fin en un solo lugar que sea un lugar, y arropado, una sola palabra, un solo nombre. La imagen única entonces se apoderaría de mi cuerpo inmóvil, acostado, luego lentamente lo que me hayas devuelto ahora sabes desde qué catástrofe, desde qué desastre ese deseo mortal de emparedarme en las repercusiones de un nombre, de dejar latir las sienes con el canto de un nombre, el único. Y de una imagen. La imagen y el nombre son lo mismo. Me dis~e eso pero quisiera que me cojas sin . El regreso me da miedo e incluso tengo miedo de llamar. ¿y si no estuvieras, sin haber podido avisarme? Durante los viajes, esos momentos en que soy inaccesible, entre dos "direcciones", cuando nada con hilo o sin

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hilo me ata a nada, a ti, muero de angustia y entonces probablemente tú me das (y también me perdonas) el placer que ya está a punto de romper como una ola, lo más cerca posible, al fin sin medida, más allá de todo, lo que nosotros, según dicho éxtasis teníamos dos alas, eso es lo que me hace falta sin tener con qué desplomars e, caer del nido como una mala carta, la de perder, cuya _cara oculta es prec_iso enseñar, no sólo al otro sino a sí mismo. Cuando sepa a qué juego estoy jugando conmigo, amor mío. Pero ¿por qué cuando vuelo contigo la angustia no desapar~ce? Tú, tú sí estás tranquila, miras hacia el paisaje y gozas del exterior como si acabaras de nacer. A veces me pregunto sencillamente si existes y si tienes idea de ello. Nada de literatura con esto, no contigo amor mío. En ocasiones me digo que eres mi amor: entonc"es no es más que mi amor, me digo, llamándote así. Y entonces ya no existes, estás muerta, como la muerta de mi juego, y mi literatura se torna posible. Pero también sé - de hecho, constituye para mí, esta maña~· na, la definición del saber, debería publicarla - que estás mucho· más allá de lo que yo repito como 'mi-amor", viva, viva, viva; y así lo quiero, pero entonces me es preciso renunciar a· todo, ·es decir, a que el amor me pertenezca, a que vllelta hacia mí me dejes incluso escuchar lo que digo cuando digo, te digo o me digo mi amor , · Al principio, en principio, era lo postal, y nunca hallaré consuelo. Pero finalmente lo sé, tomé nota de ello como de nuestra sentencia de muerte: estaba redactado, según todos los códigos y todos los géneros y todas las lenguas posibles, como una declaración de amor. Al principio lo postal, dirá John, o Shaun o Tristán, y todo comienza por una destinación sin domicilio, la dirección no es. ubicable a final de cuentas. No hay destinación , dulce destino mío entiendes, en el interior de cada signo, de cada marca o de cada rasgo, cabe ya el alejamiento , lo postal, lo que se requiere para que sea legible por otro, por otra que no sea ni tú ni yo, y todo está perdido de antemano, las cartas sobre la mesa. La condición para que eso llegue a suceder, es que termine e incluso que empiece para no llegar a suceder. He allí cómo se lee, y se escribe, la car, ta de la adestinación. La abyecta literatura está en el camino, te acecha, agazapada en la lengua, y en cuanto abres la boca te despoja de todo, sin dejarte siquiera gozar de haber retomado tu camino, completam ente desnudo, hacia la que amas, vivo, viva, viva, allá, ajena al asunto. La condición para que no renuncie a nada y que mi amor me pertenezca, y sea por mí escuchado, es que estés allí, allá, perfectame nte viva fuera de mí. Fuera de al1

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canee. Y que me devuelvas se parece un poco a lo que te decía hace uo rato, ¿no? A menos que sea lo contrario pero sabes que contigo nunca releo Ejemplo: si una mañana Sócrates hubiera hablado en nombre de Platón, si a Platón su destinatario le hubiera dirigido algún mensaje, eso significa también que p. hubiera tenido que poder recibir, esperar, desear, en suma hubiera llamado de alguna manera lo que S. le hubiera dicho; p_or consiguient e, lo que S., tomando dictado, finge inventar - escribe, pues. p. se envía una tarjeta postal (titulo+ imagen), se la reexpidió a sí mismo, o inclusive se despachó a S. Y nosotros nos encontramo s, ángel mío tan querido, sobre su trayecto. ConM secuencias incalculables. Ve tú entonces a saber si tú, en este preM ciso instante, en tu nombre es la catástrofe: cuando escribe, cuando envía, cuando poM ne en camino, Ses p., finalmente ya no es completam ente otro q'ue p (bueno, no lo creo, S habrá sido otro, pero con tal de que solamente hubiera sido por completo otro, en verdad y por completo otro, no hubiera ocurrido nada entre ellos, y no estuviéramos en éstas, enviándono s sus nombres y sus fantasmas como pelotas de ping pong). pp, pS, Sp, SS, el predicado especula para despacharse al sujeto · Alucinación auténtica ahora mismo: sabes lo que significa, estaM has allí. Son las seis y diez ahora, es de noche JO de junio de 1977. Imposible escribir hoy. Demasiado dolor. Recuerdas: todo había empezado con la alegre decisión de no escribirte más, la única afirmación, la única oportunida d (no más carM tas, no más literatura), la condición, lo que es preciso otorgarse para que al fin algo ocurra. Admítelo, admitámosl o: fue un fracaso, el triunfo de la comunicaci ón, pues ( en suma, deberíamos no haber comunicado nunca, ni siquiera juntos), de lo negativo y peor, el semifracaso , el semiduelo, el gris, la grisalla y siempre ese puto correo y las recogidas sobre la banqueta JO de junio de 1977. Llego al momento Volví a olvidar hace un rato la diferencia de horario, seguramente porque sabía que no estarías sola. Te imaginas (me gustaría que lo leyéramos juntos, perdiéndon os en él) el inmenso mapa de las comunicaci ones llamadas "inmediatas " (el teléfono, -etc., llamémosle telepatía) a través de la distancia y la red de las "diferencias de horario" (todos los puntos rojos prendiéndo se al mismo tiempo en nuestro mapa de Europa). Nos las hubiéramos

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arreglado ambos, esta mañana, una vez metida la primera velocidad, para hablarnos todo el tiempo, escribirnos, ver, tocar, comer, beber, enviar, destinar esto o aquello, tú o yo, permanentemente, sin la menor interrupción, sin intervalos, apostándole simplemente a la relatividad, calculando según el desfase universal (áetirar las cuñas o multiplicarlas?). 1 De hecho eso es lo que ocurre. Entre escribir con una pluma o hablar por teléfono, cuál es la diferencia. Es la palabra. Conozco bien el sistema de objeciones . pero no se sostiene, en suma no va baslante lejos. Ya ves que S. está hablando por teléfono y detrás de él el otro le sopla Y Freud conectó su línea sobre la contestadora automática del Fiwbo o del Banquete. La operadora norteamericana interrumpe e interfiere: Freud no paga lo suficiente, no pone suficientes quarters en la máquina. El gran simposio, pues, la escena cómica sobre Europa, Eros en re~ación telefónica generalizada. El demonio llama, Sócrates descuelga, oye te paso a Freud (cuál-es la diferencia, una diferencia de horario sumamente importante) y el demonio habla con Freud, en directo, desde el más allá, como su fantasma que le dice "aquí tie.,. nes", hold on, ven para acá con tu carrete, no cuelgue, te paso-·a Heidegger. Yo tiendo a Heidegger al alumno: aquí tienes, toma, entiende, y yo con él, y yo primero, tú también (fljate, sobre "tender" - lo que se hace, tender, cuando se dice "aquí tienes"_, está el pensamiento del "reichen", "porriger" dicen los traductores de la central francesa de Heidegger - y aquí lo entiendo como "porridge"- sobre ''tender", es decir, enviar, destinar, schicken, etc., Zeit und Sein, habrá dispuesto del poder (no Martín Heidegger, no Zeit, no Sein, sino algo por el lado de und, y Heidegger lo explica muy bien), y pues habrá dispuesto del poder de (saber) (pensar) conectar todo de nuevo, de pensar en conectar todo de nuevo, todos los caminos del encaminamiento, todo el Weg posible e imaginable, antes del ser y del tiempo que hay (es gibt) de, lo que hay para dar. Vaya acción magistral, vaya lance imprevisto (sin representación ni maestría, es algo todavía más notable) esa conexión: correo de primer nivel, pues, todo camino necesita pasar por allí, someterse, algún día, a ese gran centro de clasificación, dejarse gravar, sellar, y sobre tod_o obliterar, tras haber pagado la suma debida a la memoria del nombre propio cuya efigie ve usted aquí, con las montañas y el bosque que rodean Friburgo, al fondo. Sueño con que un día la tarjeta S y p se convierta en un timbre, o en una viñeta por la cual cobraré derechos que deberían pagar todos aquellos que ... ¿que qué? No sé, todo, cualquier cosa, los que pien4 ~ a,q_uí en francés un juego de palabras en torno a décalage ("desfase" pero también, de ser posible el neologismo, dé•calage, "dcscufi.e" [ el hecho de retirar las cuñas]). [T.]

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san, leen, escriben, llaman por teléfono, comunican, cualquier cosa,_ que finalmente paguen en toda ocasión un gran pensador, equivale siempr e un poco a una gran oficina de correos, pero aquí también se trata del fin (histor ial, destina !) de los servici os postale s, fin de trayecto y fin del correo , de una gran época al menos , de un gran alto de la tecnolo gía postal la potenc ia misma (est~ vermag), es lo que hay - lo que me das cuando vienes si vienes , pero sé que ya no vendrás más - empezaste por volver pero ya no volverás a dar un paso atrás, tampoco en lo que a tu decisió n respec ta (ipcrdó n,·tu "determ inación ", como siempr e dices!), ya n

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